Fastidiando al Marido

Proverbios 21:9, 19

¡Buenos días mujercitas, espero se encuentren bien! ¿Saben? a las mujeres nos urge comprender que la mentalidad feminista y la de la igualdad de género nos mienten de una manera espantosa; no importa que tanto nos esforcemos o que tanto lo neguemos, hombres y mujeres no somos iguales; no necesitamos lo mismo, no pensamos las mismas cosas, ni racionalizamos de la misma manera, Dios creó al hombre con ciertas aptitudes y a la mujer con otras para que JUNTOS hagamos un complemento, pero esto lo podemos ver hasta físicamente aunque algunos quieran tapar el sol con un dedo.

Un claro ejemplo de esto es que a las mujeres nos gusta que nos amen, que nos hablen bonito, que nos chiqueen y que nos apapachen de una manera más tierna. Y a mí me pueden decir lo que quieran y Hollywood se puede esforzar en hacer puras películas en las que la heroína rescata a su hombre, pero a todas las mujeres sensatas de este planeta nos gusta que nuestro hombre se esfuerce por nosotras y nos haga sentir que es capaz de cruzar el universo entero por amor. ¿Por qué? porque Dios nos hizo con esa necesidad de sentirnos amadas, por esa razón la Biblia siempre le manda al hombre “amar a su mujer y tratarla como a vaso frágil”.

Y de la misma manera a todos los hombres del mundo les gusta sentirse admirados, respetados, fuertes, poderosos, y una vez más no me importa lo que Hollywood y las series de Netflix nos quieran vender; un hombre no se siente realizado cuando su mujer le dicta que debe hacer, ni cuando se queda en casa esperando que ella lo rescate, ¿Por qué? porque Dios los hizo con la necesidad de saberse respetados y admirados, por eso es que la Biblia nos manda a las esposas a “respetarlos y a sujetarnos a ellos”.

El problema comienza cuando nuestra tendencia pecaminosa, de esa que les hablo a cada rato se interpone con lo que Dios manda y entonces nos queremos salir con la nuestra y comenzamos a fastidiar más que a respetar y a molestar más que a sujetarnos a nuestro esposo con tal de salirnos con la nuestra.

Proverbios 21 versículo 9 “Mejor es vivir en un rincón del terrado que con mujer rencillosa en casa espaciosa”. Versículo 19“Mejor es morar en tierra desierta, que con la mujer rencillosa e iracunda”.

¿Se dan cuenta que fuerte nos habla este proverbio? O bueno, por lo menos a mí porque a veces puedo ser aguerridísima, es como si Dios me dijera “Aimeésita, (soy niña, me gusta que me hablen bonito, aunque me estén regañando), Aimeésita, Jorge estaría mejor con sed, frio, calor, hambre, con animales ponzoñosos y completamente incomodo antes que contigo cuando estás de quejosa y peleonera”.

Y cuando lo veo así la verdad es que suena feo, porque no puedo negar que ni a mí me gustaría que me estuvieran fastidiando todo el día y que muchas veces si Jorge me tratara como yo lo he tratado me sentiría muy triste, y, no sé si a ustedes les pasa o solo a mí, pero como que creemos que el hombre aguanta ya sea porque los vemos más fuertes o los creemos menos sensibles, pero los podemos llegar a tratar como nunca nos gustaría que nos trataran a nosotras.

Y muchos de nuestros quejumbres tienen que ver con una pobre comunicación, queremos explicar algo pero no sabemos comunicarlo y en lugar de encontrar una solución preferimos pelear o discutir, pero no llegamos a ningún lado. Tenemos que aprender a comunicarnos sin agredir, sin manipular y sin hacer menos a las personas.

Y podemos justificarnos y echarle la pelotita; decir que él también tiene mal modo, o que no escucha, o que no le importa o que no nos ama lo suficiente, pero la verdad es que ese no es el punto que estoy tratando, el punto aquí es que nosotras debemos respetarlo y dejar de estar de fastidiositas; “que si llega temprano porque no sabías, que si llegó a tiempo porque no estás lista, que si llegó tarde porque es un impuntual, o que si de plano no llegó, el chiste es reclamar, nos enfocamos en lo negativo y dejamos de ver lo bendecidas que somos a través de nuestro esposo.

Ahora, ¿qué pasa si tú no estás casada? bueno, pues no cambia nada, es exactamente lo mismo, las quejas se nos dan de manera natural; los adolescentes se quejan de sus padres, los que trabajan de sus jefes, los padres de sus hijos y, finalmente, ya sea directa o indirectamente, todos nos quejamos con Dios ya que Él es quien nos bendice y en lugar de verlo, nos la pasamos quejando porque las cosas no salen como notras queremos o porque las personas no son como nosotras esperamos. Pero Dios nunca nos mandó a cambiar a las personas, nos mandó a compartir el Evangelio, tanto verbalmente como con nuestro testimonio, de hecho, dice 1 Pedro 3 que a través de nuestra conducta respetuosa podemos ganar a nuestro marido para Cristo, ¡imagínate todo lo que podemos conseguir si él ya es cristiano! Así que, te dejo con este nuevo reto, no fastidies a tu marido.

¡Que tengas una inda semana, y que Dios te bendiga!


One thought on “Fastidiando al Marido

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *