La Ansiedad y los Pensamientos

Día 10 “La ansiedad y los pensamientos”

¡Buenos días, espero se encuentren bien! En el video pasado platiqué acerca de la ansiedad que es ocasionada por las malas compañías, el exceso de vino y las drogas y cómo es que todo esto dispara los ataques de pánico y nos va hundiendo lentamente. Pero hoy hablaré acerca de la relación estrecha que hay entre la ansiedad y los pensamientos.

Después de que pasé por una etapa bastante difícil con la ansiedad, logré meditar en ella con un poco más de objetividad y me puse a estudiar todo lo que puede acerca de ella; libros de psicología, autores seculares, diferentes ideologías y religiones y la verdad es que todas las cosas rescatables de lo que leí, me llevaban nuevamente a la Biblia y una de esas cosas que se repetían una y otra vez era el poder que tienen nuestros pensamientos.

Marco Aurelio decía que “la felicidad en tu vida depende de la calidad de tus pensamientos”… y por supuesto que muchos autores sostienen lo mismo, que el pensamiento positivo es la clave, que debemos repetirnos frases como si fueran mantras psicológicos para hacernos el cocowash, otros dicen que nos debemos enfocar en el aquí y el ahora y reclamar o empoderarnos del control, mientras que otros proponen la meditación trascendental poniendo la mente en blanco y concentrando nuestro pensamiento en nuestra respiración y las sensaciones físicas.

Pero cuando uno tiene un ataque de pánico o estás en estado de alerta todo el tiempo, es prácticamente imposible tener un pensamiento positivo porque inmediatamente te vienen veinte que lo contradicen, los mantras psicológicos se vuelven meras repeticiones que ignoras mientras tu boca se mueve y tu mente se va a todos los escenarios catastróficos, y poner tu mente en blanco para concentrarte en tu respiración y tus sensaciones corporales es la peor tontería que a alguien se le haya ocurrido; en cuanto te concentras en tu físico lo primero que piensas es que te está dando un paro cardiaco.

Sin embargo, como se los dije, todo esto tiene su fondo de verdad, su raíz bíblica, Dios no se equivoca, el problema es cuando sacamos a Dios y a su Palabra de la ecuación y queremos hacerlo en nuestras propias fuerzas, y así no funciona. La solución, no está en otros lados, ni en nosotros mismos, sino en Dios, como dice el Salmo 46:1 “Dios es nuestro socorro, nuestro pronto auxilio en tiempos de angustia”.
Y ciertamente la Biblia dice que debemos cuidar lo que pensamos, que debemos transformar nuestro entendimiento para que comprobemos cual es la voluntad de Dios, buena, agradable y perfecta. En pocas palabras, debemos sustituir nuestros pensamientos pecaminosos por los pensamientos de Dios. Y cuando me refiero a los pensamientos pecaminosos no me refiero a los pensamientos de lujuria, o de codicia o egoístas, digo, claro que esos también los tenemos que cambiar, pero más bien me refiero a los pensamientos relacionados con la ansiedad que son: los de víctima, los de desesperanza, los catastróficos, los pesimistas, los críticos y los controladores.

Verán, las personas ansiosas nos acostumbramos a pensar lo peor porque creemos que esto nos preparará para el futuro, repasamos todos los escenarios posibles, (generalmente los más terroríficos) y los volvemos a repasar con detalle mórbido. Permanecemos en el pasado o en el futuro, pero rara vez nos enfocamos en el presente y obviamente, eso nos comienza a hacer corto circuito porque en nuestra realidad no está pasando nada de lo que estamos experimentando y viviendo en nuestra mente.

Vamos a poner de ejemplo a un ansioso que va a ir a hacerse un chequeo médico de rutina. Semanas anteriores a la cita, el ansioso ya futureó que tiene cáncer, que está sufriendo las quimioterapias, que su vida completa cambió, que perdió todo su cabello, que se despidió trágicamente de cada uno de sus familiares, que sus hijos quedaron huérfanos, se dieron a las drogas y que su pareja se volvió a casar con su mejor amigo… Cuándo solamente va a hacerse un chequeo general…

A mí me gusta explicarlo de esta manera: los pensamientos son como una bola de estambre perfectamente bien hechecita y compacta, pero nosotros comenzamos a jalar la hebrita y seguimos jalando y jalamos otro poquito y así le seguimos hasta que, sin darnos cuenta, deshicimos completamente la bola de estambre y ya tiene nudos y no podemos ni ver en donde quedó el final o el principio y nos sentimos abrumados.

Por eso es necesario que aprendamos a transformar nuestros pensamientos, porque es ahí en donde se pierde o se gana la batalla y no digo que evitemos estos pensamientos porque cuando algo te preocupa difícilmente vas a poder ignorarlo. Se trata de transformarlos, de dirigirlos como Dios manda y un pasaje que nos ayuda a entender como lo podemos hacer lo encontramos en Filipenses 4:8-9 “Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad. Lo que aprendisteis y recibisteis y oísteis y visteis en mí, esto haced; y el Dios de paz estará con vosotros”.
Como ves no se trata de dejar de pensar lo que te preocupa, sino de redirigir el pensamiento de manera verdadera, honesta, justa, pura, amable, de resaltar lo de buen nombre, la virtud y de alabar esto. Por ejemplo, si estás teniendo problemas con tu cónyuge o tus hijos, en lugar de pensar en todo lo malo que hacen, piensa en todo lo bueno que han hecho, en lugar de pensar en que NUNCA, NADIE te escucha, recuerda aquella vez en la que sí te escucharon, recuérdate a ti mismo que la verdad no es que NUNCA te escuchen, la verdad es que ALGUNAS veces sí lo hacen y resalta eso.

Y la manera en la que podemos cultivar esas cualidades que nos ayudan a madurar nuestro carácter cristiano es conociendo y viviendo la Palabra de Dios. Mientras más estudiamos y meditamos en la Biblia y mientras más vivimos en obediencia a Dios más se va transformando nuestro pensamiento. Por eso dice Jesús “Si ustedes permanecen en mi Palabra, serán verdaderamente mis discípulos; y conocerán la verdad, y la verdad les hará libres”. Tus pensamientos pecaminosos nunca podrán cambiar sin la ayuda de Dios, sin conocer lo que dice su Palabra y sin hacer lo que Él manda.

Y de manera práctica puedes hacer una lista, identifica cuáles son tus pensamientos ansiosos y combátelos con la verdad de Dios, haz una lista y de un lado escribe todos los pensamientos negativos o catastróficos y del otro lado escribe versículos que te ayuden a combatirlos y que te ayuden a enfocarte. Por ejemplo, me da miedo perder mi trabajo, o, me da miedo enfermar y a un lado escribe la verdad de Dios, por ejemplo, Isaías 41:13 “Porque yo Jehová soy tu Dios, quien te sostiene de tu mano derecha, y te dice: No temas, yo te ayudo”. Inmediatamente después enfócate en agradecerle “Padre gracias por sostenerme, por ayudarme, por decirme que no estoy solo, te entrego este miedo y ayúdame a confiar en ti”. Cuando pase el tiempo y la angustia se haya ido, regresa a tu lista e identifica todo lo que te preocupaste que estuvo de más, ve como Dios resolvió las cosas para tu bien y agradece que lo haya hecho.

Así que en estos días haz tu lista para ayudarte a identificar esos pensamientos que te llenan de ansiedad y que te impiden ver y disfrutar las bendiciones presentes de Dios y pídele al Espíritu Santo que te ayude a transformar tu mente y a combatir esos pensamientos con la Verdad.

¡Que tengas un lindo día y que Dios te bendiga!


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