La marca de un verdadero Apóstol

La marca de un verdadero Apóstol
Hechos 1:21-26

Una de las profundas verdades que aprendemos del libro de los hechos es que en este mundo hay muchos enemigos de la fe, algunos de los cuales se infiltran en la iglesia y engañan a muchos. Una de las maneras en las que lo hacen es tomando parte del liderazgo de las iglesia y en particular, desde hace algunos años, incluso dicen tener autoridad apostólica para gobernar la iglesia del Señor.

Sin embargo, el pasaje que leeremos hoy en el libro de Hechos nos enseña con toda claridad cuáles son los requisitos de los verdaderos apóstoles y cómo podemos distinguir cuando alguien que reclama la autoridad apostólica en realidad no es más que un farsante.

Leamos juntos Hechos 1:21-26

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Recordemos que los 11 apóstoles estaban deliberando acerca de quién tomaría el lugar de Judas como el doceavo apóstol. Es por eso que este texto es tan importante porque nos habla de cuáles son los requisitos bíblicos para un verdadero apóstol.

Lo que leímos nos habla de varias cosas. En primer lugar nos dice que era necesario que un verdadero apóstol hubiese andado con ellos y con Jesús, es decir alguien que hubiera conocido a Cristo y hubiera sido un fiel seguidor del Señor. La implicación es que tal persona haya sido llamada por el Señor y haya caminado junto a él durante su ministerio terrenal. Por eso dice en el v. 22 que comenzando desde el bautismo de Juan y hasta que fue recibido arriba debía haber caminado con ellos.

Este requisito en sí mismo es suficiente para descalificar a la mayoría de los hombres que se autodenominan apóstoles. Es imposible que lo sean ya que es imposible que hayan caminado con Jesús y sus discípulos hace más de dos mil años. De ahí la importancia que seamos cuidadosos con la lectura de las Escrituras. Si la gente leyera la Biblia con más atención no serían engañados con tanta facilidad.

Pero si el primer requisito no fuera suficiente, el segundo seguro no te dejará duda. Dice el v. 22 que el apóstol debía haber atestiguado la resurrección de Cristo, es decir, ¡tuvo que ver a Jesús resucitado!

¿Por qué será importante todo esto? Sencillamente porque los apóstoles fueron un grupo selecto de hombres a quienes Dios comisionó para dar testimonio de su verdad y a quienes les dio la autoridad para comunicar la Palabra de Dios.

No cualquier hombre tiene la autoridad para decir que lo que escribe son las mismísimas palabras de Dios como lo hicieron estos hombres. Cuando los apóstoles escribieron sus cartas y libros se agregaron a la Biblia porque tenían la autoridad apostólica para comunicar las Palabras de Dios. Dios mismo validó que ellos eran los verdaderos apóstoles porque confirmó sus palabras con Señales y maravillas. Escucha Hechos 14:3 “Por tanto, se detuvieron allí mucho tiempo, hablando con denuedo, confiados en el Señor, el cual daba testimonio a la palabra de su gracia, concediendo que se hiciesen por las manos de ellos señales y prodigios.”.

En otras palabras Dios confirmó las palabras de los apóstoles como lo hizo con Moisés y los profetas del Antiguo Testamento; mediante señales y prodigios de manera que todo el mundo supiera que hablaban en nombre de Dios.

¿Y qué hay con Pablo? El apóstol Pablo fue un apóstol tardío, es decir, fue comisionado por Jesús más tarde. Y aunque los evangelios no nos hablan de él, sabemos que vivió en el mismo tiempo de Jesús y los demás apóstoles, pero Pablo fue comisionado directamente por Cristo a quien vio resucitado y su apostolado confirmado por señales y maravillas. Este apóstol escribió gran parte del Nuevo Testamento y él mismo explicó que él era el último de los apóstoles en 1 Corintios 15:8 “y al último de todos, como a un abortivo, me apareció a mí.”.

La Biblia está completa y ya nadie puede agregar ni quitar una sola letra a las Escrituras. En la actualidad ya no necesitamos apóstoles pues tenemos la Palabra de Dios, y solamente su Palabra tiene la autoridad, la suficiencia, la inerrancia, la infalibilidad y la inspiración para todos los asuntos de la vida y la espiritualidad.

Después de la muerte de Juan, el último en morir de los apóstoles, nadie jamás ostentó el título de apóstol pues entendían la seriedad de semejante llamado y el término de esa era. No fue sino hasta que la iglesia se corrompió que los hombres, enamorados de sí mismos, han buscado el poder y la autoridad para ellos.

Seamos fieles al Señor y a su Palabra, y como los fieles de Berea, escudriñemos las Escrituras y no seamos engañados.

Dios te bendiga.


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