¿Los dones del Nuevo Testamento eran solo para los Apóstoles?

¿Los dones del Nuevo Testamento eran solo para los Apóstoles?

Hay un gran debate en la comunidad cristiana con el asunto de los dones milagrosos del Nuevo Testamento, tanto que se han dividido en dos campos; quienes dicen que los dones cesaron con la era apostólica y que ya no están vigentes son conocidos como “cesacionistas”. Pero a quienes sostienen que los dones de la era apostólica siguen vigentes en la actualidad se les conoce como “continuistas”.

Ambos grupos sostienen puntos válidos pero las contradicciones obedecen más bien a corrientes carismáticas como los pentecostales en contraste a tradiciones más conservadoras como los bautistas o presbiterianos.

¿Pero cómo entendemos lo que la Biblia enseña en su contexto de una manera imparcial y honesta? En primer lugar tenemos que hacer la diferencia entre los dones del Espíritu y las señales y maravillas de los apóstoles, porque son cosas muy diferentes. Las señales y prodigios que hicieron los apóstoles fueron actos de Dios para validar que esos hombres estaban hablando las mismísimas palabras de Dios. Es lo mismo que hizo el Señor con Moisés y los profetas, hizo señales y prodigios para que creyeran que esos hombres estaban comunicando la Palabra de Dios.

Escucha lo que dice Hechos 14:3 hablando de los apóstoles en Iconio: “Por tanto, se detuvieron allí mucho tiempo, hablando con denuedo, confiados en el Señor, el cual daba testimonio a la palabra de su gracia, concediendo que se hiciesen por las manos de ellos señales y prodigios.”

Este tipo de señales y prodigios solamente se han dado en la Biblia en tres ocasiones importantes: cuando Dios nos comunicó su Palabra por medio de Moisés, cuando nos comunicó su Palabra por medio de los profetas del Antiguo Testamento, y cuando Jesús estuvo entre nosotros y nos comunicó su Palabra por medio de los apóstoles. Fuera de estas tres olas de milagros nunca se ha visto algo igual en la historia de la humanidad. Esto nos habla del propósito específico de las señales y prodigios, mismos que al estar completa la Palabra de Dios, no tendríamos por qué esperar ver este tipo de maravillas hechas por un hombre en particular pues Dios ya nos comunicó su Palabra.

¿Pero qué hay con los dones del Espíritu? Los dones del Espíritu Santo tienen otra función muy diferente. Una y otra vez el Nuevo Testamento nos dice que Dios ha repartido dones al cuerpo de Cristo y que son para la edificación de la iglesia. En ese sentido la Biblia es clara en que todos los hijos de Dios tienen dones del Espíritu y que encontramos en tres listas diferentes en la Biblia que no limitan los dones sino sencillamente enumeran algunos.

Toda persona que tiene al Espíritu Santo ha sido equipada por Dios para servir a los demás con los dones y habilidades que Dios le ha dado. En ese sentido debemos entender que cualquier don que tengamos de parte de Dios es para la edificación de la iglesia, para la gloria de Dios y para ser usado con sabiduría. Así hay quienes son llamados a administrar las finanzas, otros a la enseñanza, algunos más a la hospitalidad, hay quienes son tan serviciales que nos inspiran a todos. Pero de la misma manera hay personas a quienes el Espíritu Santo les ha dado la capacidad de tener un discernimiento especial, sabiduría, y tantas cosas más.

De modo que entendiendo la diferencia entre los dones y las señales y prodigios, podemos gozarnos en que Dios ha equipado a su cuerpo para que todos seamos complemento los unos de los otros y así reflejemos a Cristo a este mundo que tanto le necesita.

¡Dios te bendiga!


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