“mas ahora, conociendo a Dios, o más bien, siendo conocidos por Dios, ¿cómo es que os volvéis de nuevo a los débiles y pobres rudimentos, a los cuales os queréis volver a esclavizar?” Gálatas 4:9
Me pregunto ¿qué piensas cuando lees estas palabras? Son palabras duras y a pesar de eso muchas veces las pasamos por alto y seguimos en nuestra lectura. “Si claro, -pensamos- cómo se le ocurre a la gente después de conocer a Dios volver a las mismas andadas, como los perros que vuelven a sus vómitos, ¡qué grueso!”. Y entonces misteriosamente se nos vienen a la cabeza aquellas personas que conocimos en la iglesia y que ahora sus vidas son un papalote o que simplemente dejaron de buscar a Dios bajo nuestra perspectiva. Y casi sin darnos cuenta, agitamos la cabeza con un ligero aire de superioridad y de orgullo de que nosotros no estemos tan mal.
Pero déjame compartir algo que me hizo reflexionar al leer este versículo. El apostol Pablo hace una aclaración: “mas ahora, conociendo a Dios, o más bien, siendo conocidos por Dios”. No se trata de que tú hayas conocido a Dios sino de que Él te conoció primero. Y habiéndote conocido te libró de la esclavitud de los ‘rudimentos del mundo’ (v.3). ¿Cuáles rudimentos? Hay tantos; pero aunque Pablo está hablando del legalismo podemos hablar de las tranzas, de la mentira, del abuso, del egoismo, del querer siempre ser “primero yo, luego yo y después yo”, del querer sacar ventaja de quien se deje, de la falta de honestidad aún en las cosas pequeñas, del engaño, los vicios, las malas costumbres…
Si Dios ya te conoció, si ya te libró de la esclavitud de todas esas cosas, ¿cómo es que nos volvemos a los ‘débiles y pobres rudimentos’ para volver a ser esclavos.
Recuerda, Dios ya te ha hecho su hijo. Y como dice Romanos 8, y si hijos, también herederos y coherederos con Cristo. No volvamos a las viejas prácticas, busquemos honrar a Dios con nuestras vidas porque eso es el todo en todos.