Eva, tú, yo… todas codiciamos algo

Proverbios 1:19

Por Aimeé Pérez

¡Buenos días mujercitas espero se encuentren bien! En el video pasado vimos que en el Proverbio 1 del versículo 8 al 17 se nos advierte de los que engañan, los que derraman sangre, los que espían a las personas, y de los que quieren hacerse ricos ilegalmente, y además se explica que todos ellos se ponen a sí mismos y a otros, en peligro de muerte física y de muerte espiritual.

Pero el versículo inmediato, el 19 que es el que vamos a ver hoy, dice que lo mismo les pasa a las personas que codician, se ponen en peligro de muchas maneras… se los leo desde el versículo 18: “ellos (ósea los que engañan, los que derraman sangre, etc) a su propia sangre ponen asechanzas, Y a sus almas tienden lazo”. Versículo 19: “Tales son las sendas de todo el que es dado a la codicia, La cual quita la vida de sus poseedores”.

Ósea, en pocas palabras está diciendo que el que codicia está tan mal, que va cavando su propia tumba al igual que el asesino y el ratero.

Y uno de los grandes problemas con la codicia es que es algo tan normal que muchas veces no alcanzamos a distinguirla, o si te pasa como a mí, inmediatamente lo relacionas con rico Mac. Pato, el tío millonario del pato Donald, escondido detrás de su escritorio contando miles de monedas de oro, solo, viejo y enojado todo el tiempo y la verdad es que no me identifico para nada con él, porque ni rica, ni sola, ni vieja… bueno quizás un poquito enojona, pero de ahí en más no tenemos nada en común.

Pero indudablemente el aspecto más evidente y común es el área económica por eso Jesús dijo en Luc. 12:15 “Mirad, y guardaos de toda avaricia; porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee”.

Y sigue profundizando en el tema con la parábola del hombre rico que se había enfocado en hacerse millonario y tener más y más, y cuando por fin decide que es tiempo de disfrutar ¡zaz! lo sorprende la muerte y Dios le dice: necio te enfocaste en donde no debías.

Ahora, Dios es bueno y es justo, porque nos advierte por todas partes sobre la codicia. La Biblia está llena de versículos que ya conoces como: 1 Timoteo 6:10 “raíz de todos los males es el amor del dinero”, o Colosenses 3:5: “hagan morir, pues, lo terrenal en ustedes: fornicación, impureza, pasiones desordenadas, malos deseos y avaricia, que es idolatría”. Y es idolatría porque ponemos lo que nosotros estamos avariciando antes que a cualquier otra cosa.

La cosa es que apapachamos la codicia de muchísimas maneras y la justificamos como gatos panza arriba, por ejemplo, si una persona se la vive trabajando y casi nunca ve a su familia, todos la excusamos diciendo que es muy responsable, aunque irresponsablemente a penas cruza dos líneas al día con su esposa y sus hijos. O cuando un jovencito quiere un celular más nuevo, y sus papas se mega endrogan porque “¡Ay, es que, si es cierto, todos traen el de la manzanita y no queremos que se sienta menos!”.

Pero saben ¿qué? que de una u otra manera todas somos así, porque puedes tener un buen trabajo, comida, carro, celular, pero no es suficiente, quieres más. Y lo mismo pasa con el físico, comienzas a envidiar el cuerpo, la cara, los ojos, o el cabello, de un chorro de mujeres, porque, es que ellas si están bien bonitas. Otras veces envidias al esposo de Zutanita, porque es súper atento y servicial, o a sus hijos porque son deportistas, o ¡hasta al perro! Porque, ese si es un San Bernardo.

Y entonces se va volviendo como una competencia silenciosa en muchas áreas de tu vida y, cuanto menos te das cuenta la codicia abarca gran parte de tu pensamiento y comienzas a vivir frustrada, angustiada, y obsesivamente enfocada solo en lo que no tienes y que tanto quieres… porque… si lo tuvieras entonces si serías feliz… ¡Pero eso no es cierto! porque en el preciso instante en que consigues lo que quieres, comienzas a desear algo más…

Te han vendido la idea de que el contentamiento es sinónimo de mediocridad, sin embargo, la Biblia habla de contentamiento, de saber vivir en paz con lo que tenemos, o con lo que no tenemos. De vivir libres de la frustración constante de no tener todo lo que queremos o que creemos que es imprescindible para que seamos felices.

Ahora, entonces ¿qué estoy diciendo? ¿qué está mal que desees algo, o superarte en alguna área? Claro que no, lo que te estoy comunicando es que el motivante de tu vida y de tu felicidad no debe girar en torno a eso, ¡es más! si puedes conocer Europa ¡gloria a Dios! si conseguiste el ascenso ¡Amén! si puedes irte de vacaciones a un todo incluido ¡ya me estás dando envidia, ¿ven que fácil se cuela la codicia?

Pero…si no consigues el ascenso, ni eres la talla 3 de tus sueños, o si tienes que seguir usando el mismo celular de 300 que compraste en el Oxxo desde hace 5 años porque no te alcanza ¡ten contentamiento!

Deja de pensar todo el tiempo en lo que no tienes, o en todo lo que podría ser mejor, ese tipo pensamientos no tiene límites, siempre vas a querer más y más y mejor. Comienza a enfocarte en todas las bendiciones con las que Dios ya te ha bendecido y deja de vivir preocupada, inconforme, insatisfecha y endrogada.

¡Ah! y por favor, si eres de esas mamás que viven en preocupación constante o en pleito con el marido porque no alcanza para los tenis Nike o para disfraz de princesa y además te aterra pensar que tus hijos están creciendo frustrados, déjame que te diga algo, las dosis de frustración los preparan para la vida real y no solo son necesarias también son buenas.

Lo que en realidad lo que si los puede traumar es la manera en la que te vean actuar a ti. Si tú te sientes desdichada y miserable y no dejas de quejarte por lo paupérrima de su situación les transmites un mensaje torcido: “que la felicidad está en la cantidad de bienes que posees” y estás criando personitas insatisfechas e infelices.

Pídele a Dios que te permita enfocar la mira y poder decir cómo el apóstol Pablo a los Filipenses:

“Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad. Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”.

¡Que tengas una linda semana y que Dios te bendiga!


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