¡Que alguien nos diga la Verdad!

Proverbios 27:17

¡Buenos días mujercitas, espero se encuentren bien! El versículo del que voy a platicar se encuentra en Proverbios 27:17 y dice: “Hierro con hierro se aguza; Y así el hombre aguza el rostro de su amigo”.

Y antes de comenzar quiero hacer una observación importante, porque cuando leemos las Escrituras a veces encontramos palabras que no comprendemos o que damos por hecho que sabemos qué quieren decir, pero no conocemos a ciencia cierta su significado, por eso es importante desempolvar el diccionario de vez en cuando y buscar la palabrita rimbombante como en este caso sería “aguzar”. Según el Diccionario de la Real Academia Española, aguzar quiere decir “Despabilar, afinar, forzar el entendimiento o un sentido, para que preste más atención o se haga más perspicaz”.

Entonces lo que nos está tratando de comunicar es que, los verdaderos amigos, debemos confrontarnos, despabilarnos, ayudarnos a ser más perspicaces y a que prestemos más atención a las cosas que no estamos considerando.

Y la verdad es que todos necesitamos por lo menos un verdadero amigo; una persona que se anime a decirte tus verdades a pesar de que puedas ofenderte, un amigo que te hable la verdad aun cuando quieras hacerte la confundida y fingir que estás bien o que eres perfecta, una persona a la que le puedas rendir cuentas y que te recuerde lo que Dios manda, un amigo que, a pesar de tu carácter explosivo, dramático, egoísta, perfeccionista, manipulador, depresivo, enojón, auto-destructivo, controlador, ansioso o hipocondriaco, te ame lo suficiente para decirte que, ante los ojos de Dios, no estás haciendo lo correcto.

Pero el problema comienza cuando nos creemos auto-suficientes y pensamos que nuestra relación con Dios se limita a Dios y yo, y yo y Dios, y se nos olvida que el Señor diseñó la familia de la Iglesia para que nos edifiquemos unos a otros. Y nos volvemos o ya sea solitarias o ya sea selectivas. En otras palabras, o nos apartamos lo suficiente de las personas para evitar que nos conozcan como realmente somos (con defectos y manías), o reservamos nuestro grupo de amistades a solo aquellas que nos dicen lo que queremos escuchar, o a las que nosotras podemos ayudar. Pero eludimos a aquellas que nos dicen la verdad sin tapujos.

Ahora, volviendo al tema de nuestra relación personal con Dios, por supuesto que es importantísima, pero Dios nunca nos manda a llevar un cristianismo solitario de solos Él y yo, y yo y Él, al contrario, Él nos confronta, nos anima, nos exhorta a través de las personas, de hecho, muchas de las epístolas son para amonestar y para exhortar a los hermanos en Cristo. Por ejemplo, la carta de 1 Corintios, Pablo los regaña, en amor y en misericordia, pero definitivamente los regaña y los confronta con sus pecados y no se anda con medias tintas, y, sin miedo le pone el nombre correcto a como estaban siendo; peleoneros, divisores, celosos, soberbios, juzgones, fornicarios e inmorales.

Y es que, podemos conocer las Escrituras mejor que nadie, podemos orar día, tarde y noche y podemos hablar bien bonito acerca de lo que dice la Palabra, pero es a través de las relaciones personales que la ponemos en práctica y que nos vamos perfeccionando, porque necesitamos el roce diario, el compañerismo, las diferencias y los desacuerdos ya que a través de ellos nos vamos limando unos a otros.

Miren, las Iglesias tristemente están llenas de mujeres temerosas y enfocadas y en sí mismas que prefieren seguir viviendo una vida problemática y triste, antes que de hacerse vulnerables y aceptar sus errores. Mujeres que se meten en tantos chismes y tienen tantos problemas con sus familiares y conocidos que prefieren creer la mentira de que todo mundo está en su contra, antes que aceptar la realidad de que no son perfectas y tienen que cambiar.

Y la verdad es que no entiendo porque nos cuesta tanto trabajo, pero nos cuesta muchísimo aceptar esta realidad de manera práctica, porque en cuanto nos vemos confrontadas con que estamos siendo groseras, chismosas, engreídas o pon el adjetivo que gustes, hacemos dos cosas o nos indignamos y contraatacamos, o nos inunda un sentimiento de conmiseración y lastima por nosotras mismas.

No está demás mencionar que ambas maneras de reaccionar están equivocadas, tan malo es atacar cuando nos sentimos confrontadas, como sumirnos en una lástima enfermiza por nosotras mismas.

Es más les comparto algo que me pasó; hace poco pasé por un tiempo bastante complicadito y no veía la salida, esto me llevó a tomar consejerías con un buen amigo de mi esposo y recuerdo que me confrontó con la realidad inequívoca de que no soy perfecta y cometo muchas tonterías, y recuerdo que después de escucharlo me sentía triste, triste porque había perdido el tiempo, porque estaba enfocada en mí, porque me ponía a mí misma por encima de Dios y, recuerdo que así estuve un par de días hasta que gracias a Dios recordé 2 de Corintios 7 en donde Pablo dice que la tristeza que es según Dios produce arrepentimiento para salvación, pero la tristeza del mundo produce muerte. O sea, cuando somos confrontados por parte de Dios nos va a dar tristeza, después de todo ¿a quién le gusta que le digan egoísta y soberbia? Pero al final vamos a dar buenos resultados, pero cuando somos confrontadas con nuestro pecado y no permitimos que el Espíritu Santo trabaje en nuestra vida la tristeza y el coraje producirá en nosotros pésimos resultados.

En mi caso me sentí triste por mi pecado (que no era chiquito), pero el Espíritu Santo trabajó y sigue trabajando en mí ¡gracias a Dios! y la confrontación que tuve me motivó a cambiar, pero si Él no hubiera trabajado en mí yo le hubiera abierto la puerta a la conmiseración o al coraje, hubiera agredido a mi consejero o lo hubiera menospreciado o criticado o me hubiera dejado llevar por la tristeza. Pero como cristianas ni ustedes ni yo debemos caer en estas prácticas, más bien debemos aprender a escuchar la crítica constructiva, el regaño oportuno, la exhortación amorosa y el confortamiento directo. Debemos darle gracias a Dios por haber puesto alguien en nuestro camino que estuvo dispuesto a decirnos las cosas que no nos gusta escuchar.

¡Que tengas una linda semana, y que Dios te bendiga!


Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *