La Ansiedad y nuestro Pasado

Día 6 “La Ansiedad y nuestro pasado”

¡Buenos días, espero se encuentren bien! En los videos pasados he explicado que la ansiedad en un síntoma que nos indica que algo no está bien, que está compuesta por miedo, que debemos enfrentarla desde una perspectiva bíblica, y que, aunque no es un pecado sí pecamos generalmente cuando estamos ansiosos. Pero, en los siguientes videos voy a enfocarme en el origen de la ansiedad porque esto nos puede ayudar mucho. Y hoy quiero hablar en el tipo de ansiedad que se origina en nuestro pasado.

La realidad es que, aunque hay eventos traumáticos que evidentemente generan ansiedad, nadie puede decir con precisión en dónde comienzan las ansiedades, ni por qué algunas personas reaccionan con más ansiedad que otras, cada persona afronta de diferente manera las situaciones que le toca vivir y las interpreta distinto. Sin embargo, sí hacemos un estudio cuidadoso en la Biblia acerca de la ansiedad y su raíz, nos vamos a encontrar con varias razones y vamos a encontrar ejemplos muy interesantes que, invariablemente, nos confrontarán a los ansiosos.

Muchas veces nuestro pasado hace tanto ruido en nuestro presente que nos impide avanzar en el plan que Dios tiene para nuestro futuro, nos paraliza. Porque nuestro pasado forja gran parte de nuestras preocupaciones presentes, especialmente las malas experiencias en la niñez y la juventud, pero no solo estoy hablando de cosas evidentes como el abuso físico, psicológico, un accidente, una pérdida, o una experiencia violenta, sino también de las cosas cotidianas que hasta cierto punto pasaron casi desapercibidas, como crecer con inestabilidad económica, exabruptos de ira, padres ausentes o muy rígidos, haber tenido una responsabilidad más grande de la que te correspondía o no tener estabilidad en alguna área importante.

Y la manera en la que respondemos ante estas experiencias es buscando controlar las situaciones y a las personas, pero esto en realidad no lo podemos controlar, al menos nunca completamente, pero el estar intentando e intentando te hace sentir agobiado, cansado, preocupado, con sentimientos de culpa y esto te llevará al enojo y a la frustración constante, a los cambios de humor, al desinterés y puede llegar hasta una depresión… porque la depresión nace de una ansiedad constante, una ansiedad crónica por querer controlar algo o al alguien pero que ya se cansó de intentarlo, ya vio que no se puede.

Ahora, una de las cosas que necesitamos hacer es reconocer si hay algo que estamos cargando, pídele al Espíritu Santo que te lo muestre. Por ejemplo, a ti te puede estresar una reunión en la que todos están gritando, no porque sea malo que griten sino porque a ti te recuerda inconscientemente los pleitos en tu niñez. No se trata de que regreses con lupa a tu pasado, ni escudriñar cosa por cosa, ni mucho menos de buscar culpables ¡por favor no hagas esto! eso no es sano, simplemente identifica si hay algo que te robe la paz, se consiente de aquellas cosas que haces o dejas de hacer que te ayudan a mitigar una ansiedad que ni siquiera estás consciente que la tienes, pero que, como un enemigo silencioso, ahí está.

Comienza por las cosas más simples, ¿limpias la casa todo el día? Es decir, ¿te roba la paz un poco de tiradero? ¿Comes de más o de menos? ¿trabajas sin parar? ¿te han dicho tus familiares que nunca estás? o ¿te enojas cuando las cosas no se hacen como tú dices? ¿te empecinas en que tu pareja o tus hijos cambien? Medita este tipo de cosas, pídele al Espíritu Santo que te lo muestre, y por favor, no te afanes por encontrar el origen porque esto no es fundamental salvo en contadas excepciones.

Si, por otro lado, ya lo tienes identificado y crees que esto del pasado te mantiene ansioso en el presente entonces es momento de dejarlo ir… como lo hizo José, ¿recuerdas su historia? La encontramos en Génesis 37, pero a grandes rasgos te la platico…

José era el consentido de su papá, pero no de sus hermanos, de hecho, sus hermanos lo vendieron como esclavo y lo mandaron a Egipto. Muchos años no la tuvo nada fácil, de hecho, no solo fue esclavo, sino que estuvo preso injustamente, pero finalmente Dios lo puso en una posición privilegiada y más adelante Dios permite que se encuentre cara a cara con sus hermanos. La Biblia nos dice que cuando José los ve por primera vez, ellos no lo reconocieron, pero que José titubeo y se apartó, sintió feo, luego puso en marcha todo un plan para meterlos en aprietos, pero, al final José ya no aguanta y rompe en llanto y decide perdonarlos. Escucha las palabras de José en Génesis 50 “Ustedes pensaron mal contra mí, más Dios lo encaminó para bien…”

Mira yo no sé lo que hayas vivido, pero sí sé y he visto los alcances que tiene el ser humano y la consecuencia del pecado, y te puedo decir que cualquiera que sea tu experiencia, por más terrible que esta sea, Dios tiene el control aún de eso, y si has reconocido a Cristo como tu Salvador puedes confiar en Romanos 8:28, el Señor actúa siempre a favor tuyo. Así que habla con Él y dile lo que sientes, lo que sentiste y al igual que José decide perdonar y dejar el pasado atrás.

No permitas que tu pasado dicte quién y cómo eres, sino lo que Cristo hizo por ti, no te permitas seguir ansioso y amedrentado, más bien confía en Él y descansa en su soberanía.

Renuncia conscientemente a dejar el pasado en donde pertenece, que si viene a tu memoria sea solo para darle la Gloria a Dios y compartir con los demás lo que Él ha hecho por ti y de donde te sacó.

La ansiedad que se genera en nuestro pasado nos roba la oportunidad de compartir con los demás las virtudes de Aquel que nos llamó de las tinieblas a su luz admirable y nos enfoca en nosotros mismos y en vivir nuestra vida de una manera egoísta y miserable. Medita y pídele al Espíritu Santo que te ayude a contestar las siguientes preguntas: ¿Cómo es que tu pasado te está afectando? Y ¿cómo puedes utilizarlo para bendecir a otros?

¡Que tengas un lindo día y que Dios te bendiga!


Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *