Éstos no están ebrios

Éstos no están ebrios
Hechos 2:14-21

En el pasaje anterior leímos cómo el Espíritu Santo descendió sobre los discípulos y todos ellos comenzaron a hablar en diversos idiomas que fueron perfectamente entendibles para quienes estaban allí de distintas nacionalidades y regiones. Fue una señal impresionante del poder de Dios y muchos se preguntaban lo que eso significaría, mientras otros se burlaban diciendo que seguramente estaban borrachos.

Esto dio pie al primer discurso de Pedro, lo que leemos en los siguientes versículos:

LEER

Lo que Pedro hace ante la sorpresa y la gran incógnita de la gente sobre qué sería lo que estaban viendo, es explicarles que no se trata de una borrachera colectiva ni cosa semejante sino que están experimentando algo sobrenatural anunciado de antemano en las Escrituras.

Eran las 9 de la mañana en términos actuales y eso es demasiado temprano para que un grupo de 120 personas estuvieran intoxicadas por el alcohol, es lo que les dice Pedro, pero no quiere nada más negar lo que algunos llegaron a comentar, sino que quiere que entiendan lo que en realidad estaba ocurriendo. Por ello les dice: “esto os sea notorio y oíd mis palabras”, es decir, están viendo algo increíble, algo maravilloso y es necesario que lo entiendan correctamente.

Y lo que explica a continuación es una de las promesas más impresionantes de toda la Biblia, que el Espíritu de Dios descienda sobre toda carne, sin importar si eran mujeres u hombres, jóvenes o viejos, sino que el Espíritu del Dios vivo vendría sobre los siervos de Dios. La manera innegable de que esto había sucedido fue la manifestación visible y audible de estas personas hablando en diversos idiomas.

Uno podría creer que entonces la prueba innegable de que el Espíritu Santo ha venido sobre una persona es que hable en diversos idiomas de manera sobrenatural, pero esto no es así. De hecho no hay una sola ocasión registrada en el libro de los Hechos ni en todo el Nuevo Testamento en que esto se haya enseñado así. Pero lo que sí se nos enseña es que la experiencia sobrenatural que leímos aquí se repitió en dos ocasiones más con un propósito muy específico; cuando el evangelio llegó a los gentiles en la casa de Cornelio en Hechos 10 como una demostración de que el Espíritu Santo también era para los gentiles y una vez más en Hechos 19 donde el apóstol Pablo explica a los seguidores de Juan el Bautista acerca de la salvación y del Espíritu Santo.

Quizás la evidencia más clara de que no siempre que el Espíritu Santo viene sobre una persona se tiene que hablar en lenguas sea la conversión de los samaritanos en Hechos 8 quienes recibieron el Espíritu Santo pero no hay registro de que hayan hablado en lenguas. Otro ejemplo en el mismo capítulo es la conversión del etíope eunuco, pero si lo estudiamos con cuidado veremos que hay muchos casos más de personas recibiendo la salvación y al Espíritu Santo y no hay registro del don de lenguas sobre sus vidas.

De hecho el Nuevo Testamento habla del don de lenguas como uno de los dones del Espíritu Santo que Dios otorga a quien Él quiere y, como los demás dones del Espíritu Santo, son repartidos entre los miembros del cuerpo de Cristo de manera que no hay quien tenga todos los dones, sino que algunos tienen unos y carecen de otros.

De hecho pocos dones en el Nuevo Testamento vienen acompañados de tantas explicaciones como el don de lenguas, mismo que debe usarse en la iglesia con las restricciones que la misma Palabra de Dios establece, como que debe ir acompañado del don de interpretación de lenguas y solo dos o tres a lo mucho y no todos al mismo tiempo.

Lamentablemente algunas iglesias y denominaciones han decidido ignorar la Palabra de Dios y hacer las cosas a su manera y no siguiendo las instrucciones de la Palabra de Dios. Pasajes como 1 Corintios 14 dan una explicación tan clara que no puede ser negada aunque muchos quieran tapar el sol con un dedo.

Pero aunque miles quieran hacer de las lenguas el enfoque de este pasaje, Pedro nos toma y nos explica el propósito del por qué está esto aquí, nos dice: para que todo aquel que invoque el nombre del Señor sea Salvo.

A fin de cuentas es acerca de Jesús, acerca de su sacrificio en la cruz y su gloriosa resurrección, acerca de venir a Él en arrepentimiento y fe rindiéndole nuestra vida y recibiendo la nueva vida que solo Él nos puede dar y una relación con su Espíritu Santo hasta que Él vuelva.

Dios te bendiga.


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