¡Él Volverá!
Hechos 1:9-11
Luego de que el Señor resucitó y estuvo reuniéndose con sus discípulos a lo largo de cuarenta días salieron a un monte en Betania y les dio unas últimas instrucciones y palabras de aliento que ponderamos la semana pasada. Después de esto leemos en Hechos 1:9-11
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¡Qué escena tan impresionante experimentaron estos hombres! Uno podía creer que lo había visto todo esos últimos dos meses… Habían visto cómo su maestro era torturado y asesinado brutalmente sin causa o razón justificada. En medio de la impotencia y el dolor, el shock y el ¿ahora qué? De pronto se enteran que el Señor resucitó y Jesús mismo les explica las cosas y un poco más del maravilloso plan de redención.
De pronto, en medio de la gran confusión hay un tremendo gozo, una paz inexplicable y al mismo tiempo una expectativa de ¿qué sigue? Ellos aún pensando en Israel y el reino de los hombres y el Señor confirmando la promesa del Padre y luego de una bendición… El Señor es alzado más allá de las nubes hasta que lo dejaron de ver.
¡Eso seguro que no se lo esperaban! ¡Que impresionante testimonio de que verdaderamente Jesús es quien había descendido de los cielos, el dueño de todo, el Rey de Reyes, el Señor de la gloria!
Una vez más su maestro, su mentor, su amigo era alejado de ellos y esta vez era evidente que se iba a un lugar al que no podrían seguirle en esta vida. Quizás su mirada fija en las nubes que cubrieron de la vista al mesías nos habla de la añoranza, la sorpresa, la incertidumbre… un ¿y ahora qué? Una vez más. En medio de sus cavilaciones, de su sorpresa, solo interrumpió el silencio la voz de dos varones con vestiduras blancas: “¿Por qué estáis mirando al cielo? Este mismo Jesús, que ha sido tomado de vosotros al cielo, así vendrá como le habéis visto ir al cielo”.
Wow! Wow! Y Chiquitiwow!!! Si creían que ya lo habían visto todo, ahora unos ángeles de Dios los sacaban de su estupor para darles las palabras más emocionantes que jamás hayan anunciado los ángeles: ¡El Señor regresará tal y como lo vieron ir al cielo!
¡Casi puedo ver el rostro de todos recordando las palabras que Jesús les dijo tantas veces como cuando dijo: “En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros. Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis.”
Recuerdo como si fuera ayer una ocasión cuando yo era un niño muy pequeño, quizás tendría algunos meses de haber dejado el pañal pero esa mañana no la olvido porque muy resuelto me paré frente a la puerta y con mis manos extendidas le dije a mi papá que no se podía ir a trabajar. Me levantó entre sus brazos, me dio un beso como solo él sabía darlos y me dijo que regresaría. Cuando él se fue yo me negaba a dejar la sala de la casa, junto a la puerta, porque estaba esperando a papá. Todo el día estuve ahí y en esa ocasión papá no fue a comer… creo que comí en la sala pero me negué a dejar mi puesto. Por la noche fue mi papi quien me despertó con un beso y me llevó a mi cama. Él había vuelto y traía chocolates, pero para mí estar en sus brazos era lo importante.
¿Sabes? Nuestro Dios, nuestro Señor Jesucristo volverá y entonces podremos verle tal cuál es y estar en su presencia para siempre. En 1 Tesalonicenses Pablo escribió cómo será cuando el Señor regrese a reinar en esta tierra. “Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor. Por tanto, alentaos los unos a los otros con estas palabras.”
Así como lo vieron irse en las nubes, de la misma manera lo veremos regresar y estaremos en su presencia para siempre. ¡Gracias Señor por tu fidelidad! ¡regresa pronto Señor! Amen.