Viviendo la Fe :: Mateo 6

Mateo 6 “Que no sepa tu izquierda lo que hace tu derecha…”

“Buenos días mujercitas, espero se encuentren bien. Hoy estaremos hablando acerca de Mateo 6, y les recomiendo que le den una leidita antes para que tengan una idea clara de lo que estoy comentando.

Cristo nos advierte que no hagamos las cosas para ser exaltadas o para ser consideradas más espirituales por la gente, que no nos volvamos como esos fariseos hipócritas y egocentristas que hacían cosas buenas pero que sus motivos no lo eran. Ellos practicaban el ayuno, la oración, la ayuda a los pobres y juzgaban las acciones de los demás sin estar conscientes de sus propios errores y de su terrible arrogancia.

Es más, la Biblia nos exhorta una y otra vez, que analicemos cuáles son las intenciones reales de nuestro corazón porque, como leemos en el libro de Jeremías: “nuestro corazón es engañoso más que todas las cosas”, y no está hablando del engaño hacía las personas, ni mucho menos hacía Dios, porque él no puede ser engañado, está hablando del auto-engaño, de las mentiras que nos decimos a nosotras mismas.

Si somos observadoras, vamos a descubrir que muy a menudo buscamos la atención de la gente y que se nos reconozcan nuestros logros y cualidades. Usualmente caemos en lo hipocresía, pero lo trágico es que muchas veces ni siquiera nos damos cuenta. Y es que, puedes hacer algo bueno, como visitar a los enfermos, ayudar a los necesitados, pertenecer a algún grupo misionero, incluso orar por la gente, y, sin embargo, no tener la motivación correcta.

Pero poder identificar cuando estamos anhelando la aprobación y el halago de las personas no es tan complicado, solo hace falta que prestemos atención a las cosas que hablamos. Por ejemplo ¿que tan a menudo dices la frasecita: “si tan solo me hubieran hecho caso…” o ¿que tan seguido platicas acerca de todo lo bueno que has hecho y los logros que has alcanzado? Es más, te la pongo más evidente ¿Qué tan seguido checas en tu Facebook cuantos likes has alcanzado, o los comentarios que la gente ha puesto de tu foto de perfil?

Otra forma en la que puedes notarlo es si analizas qué tan seguido das tú opinión, si interrumpes al hablar o si constantemente les dices a las personas lo que deben de hacer. O ¿qué me dices de la crítica? ¿qué tan seguido crees que tú vistes, luces, o piensas superior a las demás personas?
Si lo meditas tantito vas a ver que muchas de las cosas “buenas” que hacemos y decimos, son para sentirnos mejores; ya sea más espirituales, más buenas, más inteligentes o simplemente para sacar un beneficio personal.

Sin embargo, Cristo dijo que inclusive estas buenas acciones que tienen un mal motivo, traen consigo su recompensa, y la verdad es que estas recompensas son evidentes; la gente te alaba, o te pone en un lugar “especial” (inclusive dentro de la misma Iglesia), o recibes una retribución económica.

Miren lo que en realidad hacen todas estas recompensas es que te soban ese ego con el que todas nacemos y que está ávido de reconocimiento y de robarle la alabanza y la gloria a Dios. Entonces…¿en verdad quieres eso: la admiración, el favor de los hombres, o un tesoro que te incite a negar a Cristo?

Porqué cuando viene el tiempo de la prueba, lo único real es que quieres estar sola y clamar a Dios y rogarle que te saque de ese abismo: “¡Padre, ayuda a mi hijo! ¡Señor, salva mi matrimonio! ¡líbrame de estos ataques de pánico!”. Y es que, en esos momentos es cuando reconoces que es mucho mejor tener el favor de Dios, que el de los hombres, porque Él es el único que puede ayudarte y Él único que es confiable, poderoso y bueno.

Gálatas dice: “…¿busco ahora el favor de los hombres, o el de Dios? ¿O trato de agradar a los hombres? Pues si todavía agradara a los hombres, no sería siervo de Cristo”.

Esta semana te invito a que profundices sobre este versículo, y que seas consciente de tus acciones, que te preguntes a ti misma ¿Lo que dije o hice glorifica a Dios? ¿Lo que voy a decir o a hacer está centrado en mí o en la gloria de Dios?

Si reconoces que le has fallado a Dios en esta área, ponte a cuentas con Él y dile: “Padre perdóname por querer que la gente me vea a mí, y no a ti, por robarte tu gloria y perdóname por buscar la recompensa de los hombres. Líbrame de mis propios errores y líbrame de la soberbia”

Si quieres profundizar más acerca de este tema te invito a escuchar el sermón “Enfocando la mirada” por el Dr. Jorge Salazar.

¡Que tengas una lida semana y qué Dios te bendiga!


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