¿Son confiables las copias de la Biblia?

Todos nosotros cometemos errores. Entre lo que mi esposa le encargó a mi hijo que le trajera del supermercado, lo que él entendió y anotó con su letra poco menos que perfecta, y lo que yo leí a la hora de llevarlo, cometimos tantos errores que en lugar de buñuelos compramos pañuelos, y en lugar de un kilo de limones llevamos ¡un paquete de calzones!

Si nosotros, que vivimos en la misma casa y somos de la misma familia cometemos este tipo de errores accidentales, ¿no será posible que alguien a lo largo del proceso de preservación y copiado de la Palabra de Dios se haya equivocado y hoy leamos algo muy distinto a lo que Dios en verdad quiso decirnos?

Antes de la prensa y el mundo computarizado de hoy, el texto de las Escrituras era copiado a mano. Los escribas en la antigüedad seguían reglas muy estrictas para que los rollos fueran copiados con toda precisión. Ellos estaban conscientes de la gran responsabilidad que les había sido conferida y se aseguraron de cumplir su tarea al fijar normas como estas:

• No podían copiar de memoria frases, palabras o conjuntos de letras. Los escribas tenían que copiar carácter por carácter, espacio por espacio, coma por coma y tras copiarla volver a ver el códex original.

• El rollo de una sinagoga, por ejemplo, debía escribirse en pieles de animales puros, unidas con cuerdas tomadas de animales puros, preparadas por aquellos específicamente designados para esa tarea.

• Cada piel debía tener cierto número de columnas, todas iguales a lo largo de todo el códex. El largo de cada columna no debía extenderse a menos de 48 ó más de 60 líneas; y el ancho debía ser de 30 letras.

• Toda copia debía estar alineada y si quedaban tres palabras escritas sin renglón, no servía. La tinta debía ser negra, ni rojo, ni verde ni ningún otro color, y debía ser preparada de acuerdo a una receta muy específica. Una copia auténtica debía ser ejemplar, de allí el escriba no debía desviarse ni en el más mínimo detalle. (Samuel Davidson, The Hebrew Text of the Old Testament, 2d ed., p. 89 traducción del autor)

El nivel de detalle y reverencia por esta tarea tan especial nos deja boquiabiertos. Estas son sólo algunas de las muchas normas que seguían. Los escribas debían lavarse y vestir sus ropas ceremoniales y cada vez que escribían el nombre de Dios debían usar una pluma nueva y mojarla en tinta nueva. Cuando escribían el nombre de Dios no debían detenerse ante nada, ni siquiera si el propio rey les estaba llamando.

Además del cuidado excepcional que vemos en la reproducción de las copias, vemos que la Biblia registra los errores y fallas de personas muy importantes. Hombres como Moisés, Abraham, David… no son ensalzados como grandes héroes perfectos y sin errores, ¡al contrario! La Biblia nos los pinta con sus pecados y tropiezos. Leemos acerca del adulterio de David con Betsabé, de las mentiras de Abraham acerca de su esposa o el enojo de Moisés con el pueblo que dirigía. El hecho de que estos detalles estén incluidos en las Escrituras nos da evidencia de que los escritores tuvieron cuidado de no cambiar el contenido. Todos ellos reconocieron que las historias debían preservarse cuidadosamente porque por medio de ellas Dios se había revelado a nosotros.

Algo que nos da gran seguridad acerca de la confiabilidad de la Biblia es la cantidad de copias que hay. Esto nos permite comparar las copias más antiguas con las copias más modernas encontradas y así validar la precisión con la que se han transmitido los textos originales. Del Nuevo Testamento hay más de 5 mil 300 manuscritos y fragmentos, así como diversas traducciones antiguas en cóptico, latín, sirio, etc.

“El Antiguo Testamento Hebreo que tenemos en la actualidad está basado en un texto que viene de un fino manuscrito hebreo terminado por Aarón ben Aser en 1008 D.C. Aarón ben Aser fue un excelente erudito que pasó muchos años estudiando los manuscritos antiguos del Antiguo Testamento hebreo, y su manuscrito es el producto erudito de su intensa investigación. El Antiguo Testamento hebreo más antiguo en existencia hoy día es un manuscrito copiado por Aarón ben Aser del famoso manuscrito Aleppo de su abuelo Moisés ben Aser de alrededor del 930 D.C. Este manuscrito es conocido como el Manuscrito Hebreo Leningrado o códice de Leningrado. Este manuscrito de ben Aser fue copiado de los antiguos textos Masoréticos que vinieron directamente del antiguo hebreo de Palestina”. (David W. Shenk, The Holy Book of God, p. 24-25 trad. del autor)

Un sorprendente acontecimiento sucedió reciente-mente en 1947 que arrojó gran claridad en cuanto a la confiabilidad de las copias de la Biblia cuando se descubrieron los rollos del Mar Muerto. Estos rollos fueron encontrados entre las ruinas de una antigua comunidad esenia en los riscos que rodean el Mar Muerto, como a unos 10 kilómetros al sur de Jericó.

Un joven pastor de cabras lanzó una piedra a una de las cuevas buscando a sus animales perdidos y lo que escuchó cuando la piedra tocó el fondo de la cueva no fue el gemido de una cabra, sino el quebrarse de vasijas de barro. En la cueva encontró varias vasijas de barro que contenían rollos de piel envueltos en tela de lino. Debido a que las vasijas habían sido cuidadosamente selladas, los rollos se habían preservado en excelentes condiciones durante casi 1900 años. (Los habían puesto en las cuevas en el 68 D.C.)

Dentro de las vasijas estaban los manuscritos que se conocen como los Rollos del Mar Muerto. Los rollos conforman unos 40,000 fragmentos escritos. De estos fragmentos se han reconstruido más de 500 libros que describen la vida durante aquel tiempo, así como copias de todos los libros del Antiguo Testamento excepto por el de Ester.

Antes del descubrimiento de los rollos del Mar Muerto, la copia completa más antigua del manuscrito hebreo estaba fechada en 900 D.C. Entre los rollos del Mar Muerto se encontró un manuscrito completo del libro de Isaías que data del 125 A.C. Es 1000 años más antiguo que la última copia que teníamos, haciendo de este descubrimiento una gran herramienta para medir la precisión de la Biblia que tenemos en nuestras manos hoy. También había copias de los Escritos fechadas ¡en el tercer siglo antes de Cristo!

Lo más impresionante de todo esto es que las copias encontradas en el Mar Muerto tenían una extraordinaria precisión con la copia que teníamos a mil años de distancia. Por ejemplo, de las 166 palabras en Isaías 53, solamente había 17 letras en cuestión, diez de las cuales eran variaciones de escritura y cuatro eran cambios de estilo. Las únicas tres letras que sí variaban no cambian en nada el significado de lo que estaba escrito y están registradas en la traducción al griego del Antiguo Testamento que se hizo en el siglo III A.C.

¡Dios ha estado obrando, preservando el texto de las Escrituras! Es su Palabra y podemos confiar en que Dios estará respaldándola.

Evidencias arqueológicas

La nueva ciencia de la arqueología en el siglo XIX fue instrumental para corroborar la verdad de lo que las Escrituras dicen ser: La Palabra de Dios. De nada nos sirve la precisión en las copias si los relatos son fantásticos o llenos de mentiras. Pero la arqueología ha demostrado que los eventos históricos descritos en la Biblia son precisos.

“…la arqueología ha demostrado que los eventos históricos descritos en el Taurat Santo (Antiguo Testamento) son precisos. De hecho, el Antiguo Testamento es el libro de historia más preciso, escrito por la gente de la antigüedad, que exista en nuestros días. Por ejemplo, el Taurat describe con gran detalle la vida y cultura del profeta Abraham, incluyendo ciertos eventos históricos que ocurrieron durante su vida. La arqueología y el descubrimiento de algunos fragmentos antiguos de escrituras en Mesopotamia y Egipto han mostrado que estos relatos bíblicos son precisos. Otro ejemplo es el fragmento de una carta enviada por el rey de Canaán alrededor del 1,300 A.C. solicitando ayuda al Faraón de Egipto porque los Habiru (hebreos) habían comenzado a invadir la tierra. Esta es aparentemente una referencia al comienzo de las invasiones hebreas de Palestina que tan fascinantemente nos describe Josué, el primer libro de Los Escritos.” (David W. Shenk, The Holy Book of God, p. 23 traducción del autor)

El “Prisma de Taylor”, un cilindro de barro de seis caras con escritura encontrado en las excavaciones de la antigua ciudad de Nínive que describe la Biblia, es otro ejemplo de esto. En este prisma del tiempo de Senaquerib, quien reinó Asiria desde Nínive entre el 705 y 681 A.C., se menciona el asedio de Jerusalén y menciona al rey Ezequías “como un ave enjaulada dentro de su capital real”. 2 Reyes 18-19, 2 Crónicas 32 e Isaías 36-37 son corroborados por el Prisma de Taylor que actualmente es mostrado en el Museo Británico. Y podríamos mencionar cientos de evidencias arqueológicas que una y otra vez han corroborado lo que hemos dicho acerca de la Biblia y que nos obligan a detenernos y conocer su contenido. (Doug Powell, Holman Quicksource Guide to Christian Apologetics, p. 193 traducción del autor)

El Dios verdadero, el Creador de todo lo que hay, ha decidido darse a conocer y comunicarse con su creación. Pero ¿qué es lo que quiere comunicarnos? ¿qué es lo que desea que sepamos acerca de Él y de sus planes? ¡Exploremos lo que dice la Biblia!


Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *