¿Qué es la Biblia y quién la escribió?

Uno de los errores que la mayoría de la gente cometemos con la Biblia es dar por hecho que se trata de un libro que podemos leer como cualquier otro libro; comenzando por la primera página para terminar con la última. Si bien es cierto que en su forma parece un libro, la realidad es que no se trata de un libro, sino de una colección de libros; 66 libros para ser exactos. Estos libros en su conjunto son lo que llamamos la Biblia, “las Escrituras” o “La Palabra de Dios”.

Decimos que la Biblia es la Palabra de Dios porque el Creador de todo lo que hay, en un punto definitivo de la historia, decidió comunicarse con su creación por diversos medios que no dejaran lugar a dudas que Dios mismo se estaba comunicando con los hombres. Este proceso que duró más de mil quinientos años quedó registrado en varios volúmenes que unidos conforman lo que hoy conocemos como la Biblia.

Pero para poder comprender cómo es que llegamos a la conclusión de que esta colección de libros son las Palabras de Dios y por qué tienen la autoridad para hablarnos acerca de todo lo referente a la vida y la espiritualidad, debemos primero entender algunas cosas básicas y elementales de la Biblia.

En primer lugar los libros de la Biblia no están ordenados cronológicamente. De manera que el hecho de que un libro anteceda a otro no quiere decir que haya sido escrito antes o que los acontecimientos que relata hayan sucedido previamente a los que narra el libro siguiente. De hecho los libros de la Biblia están ordenados de manera temática.

A los libros que fueron escritos antes de Cristo se les conoce como el Antiguo Testamento y esta sección se conforma de 39 libros. Al conjunto de libros escritos durante el primer siglo se les conoce como el Nuevo Testamento y en total suman 27 volúmenes. De esta primera división se desprenden varias más que nos dan los grupos de los libros históricos, poéticos, proféticos, los evangelios, las epístolas, etc.

Sin embargo, los libros de nuestra Biblia no fueron escritos como nosotros los leemos en la actualidad. De hecho, los escritos originales no tenían las divisiones que usamos hoy en día como capítulos, versículos, encabezados y demás comodidades de lectura. Sino que todas estas cosas fueron agregadas a la Biblia tras la invención de la imprenta. Lo que es aún más importante es que la Biblia no fue escrita originalmente en español. Lo que nosotros tenemos en nuestras manos es la traducción al español de las Escrituras que originalmente se hicieron en tres idiomas diferentes: el Antiguo Testamento fue escrito en hebreo con algunas porciones en arameo, y el Nuevo Testamento fue escrito en griego.

Lo fascinante de todo esto es que los 66 libros de que hablamos no fueron escritos por una sola persona sino por más de 40 autores diferentes a lo largo de 40 generaciones, en distintos lugares del mundo y en condiciones extremadamente diversas. Por nombrar algunos ejemplos hubo quienes escribieron parte de la Biblia en África, otros en Asia y algunos más en Europa. Entre los escritores que Dios usó había granjeros, reyes, pescadores, estadistas, esclavos, militares, recaudadores de impuestos, rabinos… y la mayoría de ellos ¡ni siquiera se conocieron!

Esto es algo impresionante porque al analizar el conjunto de escritos todos concuerdan a la perfección con el tema y el mensaje de la Biblia. ¡Cada nueva revelación complementa a la anterior o corrobora las primeras!

Recuerdo haber sido parte de un club literario hace algunos años en León, Guanajuato, en el que varias personas nos reuníamos a comparar nuestros escritos y aprender unos de otros de los diversos estilos. En una ocasión nos fijamos el objetivo de narrar un suceso que tomamos de referencia de uno de los diarios locales. Esa semana cada quien se llevó a su casa una copia de la nota periodística y a la semana siguiente debíamos relatar el acontecimiento en nuestro estilo personal de preferencia. El resultado literario fue maravilloso pero el resultado histórico fue catastrófico; los escritos estaban llenos de contradicciones y algunos de ellos de invenciones imposibles. Si nuestro grupo de personas de la misma generación y en la misma ciudad, con un objetivo claro y definido había terminado con trabajos tan opuestos entre sí ¡cuánto más con 40 personas de distintas clases sociales y de distintas épocas! Y sin embargo hay una uniformidad y una unidad en la Biblia impresionantes.

La respuesta que los mismos autores nos dan es que en realidad todos los que participaron en la elaboración de las Escrituras a lo largo de los siglos, lo hicieron bajo la dirección e inspiración del Espíritu Santo. Es decir, Dios mismo uso a hombres con sus personalidades, sus experiencias y sus capacidades para escribir cada uno de los libros de la Biblia.

¿Cómo puede ser esto? ¿Les dictó Dios lo que habrían de Escribir? ¿Les puso pensamientos para que ellos los plasmaran con sus propias palabras? ¿Inspiró los conceptos o las palabras que escribieron? ¿Es todo idea de Dios o solo algunas partes? ¿Cómo puede Dios inspirar a alguien ¡y qué quiere decir inspirar!?

Cómo verá la búsqueda siempre arroja cada vez más y más preguntas. Las buenas noticias son que hay respuestas convincentes a cada una de ellas, pero antes de entrar de lleno en el asunto de la inspiración y el por qué es la Palabra de Dios, piense un poco en esto: ¿cuántos libros conoce que hayan sido escritos hace tantos años, por tantos autores distintos con una misma línea de pensamiento, un mismo tema y un solo propósito? Este libro ha sido motivo de guerras, de persecución, de martirios, de grandes injusticias y grandes calamidades, y sin embargo, a pesar de tener detractores desde siempre, nunca nadie ha podido deshacerse de él.

¿Será que hay algo de cierto en lo que la Biblia dice ser?


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