“El remordimiento no es suficiente”

Mateo 27: “El remordimiento no es suficiente”

¡Buenos días mujercitas, espero se encuentren bien! hoy estaré hablando acerca de la reacción que tuvo Judas Iscariote (el discípulo que traicionó a Cristo), después de que lo entregó en manos de sus enemigos. Pero les recomiendo que lean el capítulo 27 para que tengan una visión más amplia de lo que estoy comentando.

Desde que Jesús comenzó su ministerio Judas fue su discípulo, uno de los doce, iba con él a todos lados y era tan cercano que en la Santa Cena metió su mano al plato de Cristo, además era el que se hacía cargo del dinero, el tesorero. Y a lo largo de varios años había sido testigo de los cientos de milagros de Jesús, de su carácter, de su misericordia, su amor, su integridad, su santidad, pero un buen día decidió traicionar a su Maestro y entregarlo a los fariseos por 30 monedas de plata.

Había todo un complot para aprender a Jesús; los fariseos habían acordado aprehenderlo de noche y después de las fiestas para evitar un gran alboroto, por supuesto todo esto era ilegal, pero el arresto, el juicio y la condena de Cristo fueron todo, menos legales y justos.

Era de noche cuando Judas llegó rodeado de mucha gente con palos y espadas a entregar a su Maestro y finalmente, con un beso lo identificó para que lo arrestaran. Inmediatamente amarraron a Jesús y lo llevaron ante los principales sacerdotes, ancianos y el concilio. Muchos testigos falsos inventaban cosas de él, pero finalmente lo sentenciaron a muerte por decir la verdad: que el era el Cristo, el Hijo de Dios, y después de escupirlo, golpearlo y burlarse de Él, lo llevaron ante Poncio Pilato para exigir la pena máxima; la muerte por crucifixión.

Cuando Judas escuchó la condena, fue tan grande su remordimiento que se presentó ante los principales sacerdotes y ancianos aceptando que había entregado a un inocente y les devolvió las monedas de plata, pero a ellos no les importó en lo más mínimo, por fin habían logrado aprehender a Jesús y no lo iban a dejar ir. Ante la impotencia y el remordimiento de sus acciones Judas decidió suicidarse.

En la actualidad cada vez se escucha y se sabe más sobre el suicidio, pero tristemente sigue siendo un tema tabú y eso que, según la Organización Mundial de la Salud, alrededor de 800 000 personas anualmente se quitan la vida, eso es un promedio de más de una por minuto.

Aparentemente los motivos por los que la gente se quita la vida pueden ser muchos: depresión, trastorno psicológico, experiencias traumáticas, pensamiento filosófico, drogas, rechazo social, manipulación, enojo, enfermedad terminal, y muchos otros más. Sin embargo, los sentimientos más comunes de la persona que se suicida son: número uno: Enojo y frustración, la persona siente mucho coraje porque siente que alguien la hirió profundamente y busca vengarse lastimándola de regreso. Número dos: Desesperanza y tristeza, la persona se siente tan deprimida y sin control que cree que nadie es capaz de ayudarla. Número tres: Culpabilidad y remordimiento, la persona cree que merece ser castigada por algo malo que hizo.

Y debido a que las profundidades y razones del suicidio son muy complejas y variantes solo voy a enfocarme en el que es por un sentimiento de culpabilidad y remordimiento como en el caso de Judas.

Indudablemente Judas había cometido un acto terrible, de hecho, cometió la traición más terrible de toda la historia de la humanidad. Una persona vil y llena de pecado entregando a un inocente, un discípulo malvado entregando al único Maestro bueno, la personificación de Satanás acusando al Hijo de Dios, un avaro traicionando a quién no tenía ni en donde recostar su cabeza. Judas sabía quién era Jesús, había caminado a su lado por varios años, lo había visto hacer milagros y perdonar al pecador arrepentido, sabía que Cristo podía perdonar todos los pecados del mundo, lo sabía, pero… pero cuando se volvió personal no lo pudo creer.

Y es que hay acciones que por más que te empeñes jamás podrás deshacer y hay muchos errores que por más que te duelan no puedes borrarlos, y aunque se te esté yendo la vida buscando olvidar, el hecho es que no va a desaparecer lo que hiciste, y dentro de ti lo sabes, y el sentimiento de culpa te arrastra a la desesperanza y te sume en la auto-destrucción. Y te convences de que ni siquiera Dios puede perdonar algo tan terrible. Y en medio de esta confusión hay quien, como Judas, se quita la vida, o se refugia en las adicciones o en una auto-destrucción lenta y dolorosa, como expiando la culpa.

Sin embargo, en todo el Nuevo Testamento no vamos a encontrar un solo versículo que diga que nosotras debemos estar pagando por nuestros pecados, porque nada de lo que pudiéramos hacer sería suficiente para estar delante de un Dios completamente Santo y puro, y precisamente para eso vino Cristo, “el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo” ¿te acuerdas? Su sacrificio es suficiente para limpiar cualquier pecado cometido. Pero necesitamos venir a Él arrepentidas por nuestro pecado, y creer que con su muerte sustituta está saldada nuestra deuda con Dios.

Mira, en español las palabras arrepentimiento y remordimiento son prácticamente sinónimos, pero la palabra griega que se usa cuando dice que Judas se arrepintió se refiere a un tipo de remordimiento que no lleva a Dios y por lo mismo no produce un cambio de vida, mi esposo lo explica más o menos así: remordimiento es cuando te comes una rebanada de pastel que sabes que no deberías. Te remuerde la consciencia, te sientes mal contigo misma pero dentro de ti sabes que lo vas a volver a hacer. Arrepentimiento es cuando tienes el pastel enfrente de ti y en lugar de caminar hacia él, das un giro de 180º y caminas en dirección completamente opuesta, alejándote de él. El remordimiento no lleva al arrepentimiento y para que uno pueda ser salvo es necesario el arrepentimiento y aceptar la gracia inmerecida de Cristo.

El problema de Judas, al igual que el de muchas personas, es que no corrió a Cristo para buscar su perdón, tan solo salió corriendo, y sólo y con la mente nublada de ansiedad, vergüenza y culpa tomó una decisión devastadora que lo llevó a quitarse la vida.

Por eso quiero que sepas que no importa el tamaño de tu pecado ni lo más terrible que hayas hecho, si vienes a los pies de Cristo y “Si confiesas tus pecados, él es fiel y justo para perdonarte, y limpiarte de toda maldad” (1 Juan 1:9).

¡Que tengas una linda semana y que Dios te bendiga!


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