Mateo 21 “Alábalo, Él es el Cristo”
¡Buenos días mujercitas! espero se encuentren bien! Hoy vamos a hablar sobre la entrada triunfal de Jesús a Jerusalén, así que te recomiendo que le des una leída a Mateo 21 para que tengas una idea más clara de lo que estaré platicando.
Pero a grandes rasgos Jesús había predicho su muerte en tres ocasiones anteriores y había dicho que era necesario que fuera a Jerusalén para padecer mucho, morir y resucitar al tercer día. Bueno pues en este capítulo se está cumpliendo su llegada a Jerusalén, sin embargo, Cristo llega de una manera asombrosa. Dice la Biblia que toda la ciudad se conmovió y que la multitud lo recibió reconociendo que era alguien muy importante; las personas lo aclamaban e iban tendiendo sus mantos mientras Jesús pasaba, y que a una sola voz se escuchaba: “!!Hosanna al Hijo de David! !!Bendito el que viene en el nombre del Señor! !!Hosanna en las alturas!”.
Pero lo increíble de todo esto es que Jesús iba montado en un burrito chiquito, el Rey de Reyes y Señor de Señores entró de la manera más humilde, pero hasta este hecho aparentemente insignificante estaba dentro de los planes de Dios, porque cientos de años atrás, el profeta Zacarías había predicho que el Mesías entraría humildemente montado en un burrito, y justo así, entraba Cristo.
Después Jesús llega al templo y ve que la gente ha hecho del templo un lugar de comercio, entonces se indigna, tira las mesas y corre a todos los aprovechados y oportunistas, pero después comienza a hacer muchos milagros. En estos momentos Jesús ya no le pide a la gente que no diga que Él es el Mesías, al contrario, aquí permite que lo alaben, y, lo que es más, Él mismo declara públicamente que Él es el Señor.
Y esta escena me encanta porque, rompe todos los esquemas religiosos del supuesto carácter pusilánime y dejado con el que muchas personas identifican a Cristo, lo vemos a través del arte, muchos pintores lo han caracterizado hasta un poco afeminado. Y podemos confundir su humildad, su amor por los necesitados, su misericordia hacia los pecadores y pensar que era de carácter débil, sin embargo, eso es una de las cosas que más admiro de Él, tenía un carácter completamente perfecto y era tan humano como tú y como yo. Y leemos en los Evangelios que sintió tristeza y lloró, tuvo hambre y comió, tuvo sed y bebió, se alegró con sus amigos, habló en contra de las injusticias, expuso la hipocresía de los líderes religiosos y cómo está registrado en los cuatro evangelios, se airó en contra de las personas que se aprovechaban del templo.
¿No te encantaría tener un carácter como ese? Totalmente ecuánime pero consciente de que vivimos en un lugar imperfecto, un carácter que reconoce que hay un tiempo para todo, un humor sensato para cada ocasión, un modo de ser que se caracteriza por ser humilde.
¿Saben? me parece increíble que Jesús, sabiendo todo lo que había de pasarle, quisiera entrar voluntariamente a Jerusalén para entregar su vida por ti y por mí. A veces creemos que valemos tanto como para que alguien, no, no alguien, para que Cristo entregara su vida de esa forma por nosotras, y se nos olvida muy fácil, que nuestro valor nos lo da ese magnífico y perfecto Dios que entregó su vida por nosotras.
Y en verdad que Dios es bueno, y es misericordioso porque, no sé ustedes, pero yo en serio soy una fichita, si me hubieran preguntado mi opinión honesta, necesitaría confesar que no soy la mejor candidata por la cual dar la vida, continuamente me entran mis ansiedades, busco controlar las cosas, me enojo y siento un placer pecaminoso cuando las cosas se hacen a mi manera ¡y eso que soy cristiana!
Pero gracias a Dios, Él no ve las cosas ni como tú, ni como yo, y Él tenía un plan para mí, como lo tiene para ti. Su entrada triunfal en mi vida fue hace más de veinte años, y desde ese día, con altibajos y luchas, pero gracias a Dios nunca he dejado de reconocer que un día nació en este mundo, que sufrió, resucitó al tercer día y que un día vendrá a reinar y a juzgar a las naciones ya no en un burrito insignificante, sino sobre un caballo blanco y en su muslo y en su manto se verán escritas las palabras “Rey de reyes y Señor de señores”.
Esta semana te invito, si no lo has hecho nunca, que platiques con Él y le entregues tu vida, que reconozcas que no eres tan buena como piensas, que necesitas su perdón y que Él te transforme. Acepta su sacrificio y cree que Él, así como un día llegó al mundo a llamar a los pecadores al arrepentimiento, un día regresará en toda su Gloria a juzgar a los vivos y a los muertos.
¡Que tengas una linda semana y que Dios te bendiga!