Edificando al Necio

Proverbios 26:4,5,11

¡Buenos días mujercitas, espero se encuentren bien! Es increíble como el libro de Proverbios nos enseña tanto acerca de las personas necias, tan solo el capítulo 26 tiene 10 versículos que nos hablan de este tipo de personas y, cuando la Biblia enfatiza tantas veces algo tenemos que poner especial cuidado en lo que nos está queriendo decir.

Es importante que aprendamos a distinguir cuando nos encontramos ante un necio porque en muchas ocasiones no sabemos distinguirlos y nos volvemos insistentes, tercas y aguerridas y cuando menos lo pensamos ya estamos igual o peor de necias que ellos, por eso dice el versículo 4 “Nunca respondas al necio de acuerdo con su necedad, Para que no seas tú también como él”.

Pero la verdad es que no es tan sencillo porque nuestro propio pecado también juega un papel muy importante, ¿a qué me refiero? Bueno, por ejemplo, a esas veces en las que comienzas a discutir con alguien, pero sabes que no estás llegando a ningún lado, sin embargo, a fuerza quieres que te reconozca que tú tienes la razón. Las esposas somos especialistas en eso. Y muchas veces es evidente que la persona con la que estamos hablamos sí está siendo necia y no quiere dar su brazo a torcer, pero entonces nos aferramos a tener la razón y a no dejar ir el tema, al menos no hasta que escuchemos lo que queremos oír.

Por ejemplo, llega el esposo de trabajar y en cuanto llega en lugar de correr a darte un beso, se va directito a la televisión y escuchas un grito “ya llegué”, ya desde ahí no te cayó nada bien su llegada, pero, decides y a verlo para preguntarle cómo le fue. Cuando le preguntas como le fue el murmura entre dientes un escueto “bien”, y como ves que no consigues que quite la atención de la televisión, te das la media vuelta y te vas a la cocina.

En la comida se le ocurre decir que los frijoles quedaron salados y no había la salsa que le gusta. Ya en ese momento decides contestarle con un poquito de cinismo y le dices “antes di que te compré tortillas” y él arremete con un “¿qué, otra vez estás enojada? ¿qué te pasa?”.

¡Comienza a arder Troya! Y lo sabes, lo viste venir desde que grito “ya llegué y se fue directito a la televisión” pero seguiste enrolándote en la nube gris y ahora te pusiste debajo de la tormenta y en lugar de salir corriendo contestas “¿a qué te refieres con que otra vez estoy enojada?” Mira si te estás riendo conmigo en este punto es porque bien sabes de que te estoy hablando, haz sido necia junto conmigo en algún punto del pasado.

Pero si te fijas cuando suceden estás situaciones ya no se trata de arreglar los problemas sino de ganar argumentos y de tener la última palabra. Ya no edificamos a nadie, ni ayudamos a cambiar al necio, ni nada, porque nuestro enfoque está en nosotras mismas. Por eso es tan importante que nos detengamos un momento a analizar la situación, guardar silencio, ser objetivas y pensar nuestras siguientes palabras.

Pero ¿cómo podemos responderle al necio? La respuesta está en el versículo 5 “Responde al necio como merece su necedad, Para que no se estime sabio en su propia opinión”. En pocas palabras ni debes darle por su lado, ni debes guardar silencio, sino todo lo contrario, debes hablar la verdad.

En este mismo ejemplo puedes confesarle a tu pareja que te gusta que te vaya a saludar cuando llega de trabajar porque te hace sentir amada e importante y que, aunque comprendes que llega cansado y con ganas de relajarse para ti es importante. Habrá días que sí lo haga y cuando sea así no olvides agradecérselo y darle un buen apapacho y un buen beso. Habrá días que no lo haga, en ese caso ve y atiéndelo tenle preparada una rica limonada con una pequeña botanita en lo que le tienes lista la comida ¡imagínate qué hombre no anhelaría llegar a una casa así! Las cosas van a comenzar a darse y cuando menos te lo esperes él comenzará a platicarte de su día o a preguntarte acerca del tuyo.

Y en cuanto a tu necedad tampoco la apapaches, háblate a ti misma la verdad; no es que no te quiera, ni que prefiera a la televisión por encima de ti, tampoco es que seas una víctima de su mal genio, eres su ayuda idónea, te ama y solo tuvo un mal día o semana o meses, ¿Qué vas a hacer para ayudarlo? planea una estrategia y no te des por tu lado.

Si no cambias el rumbo y sigues cayendo en la mala práctica de volverte más necia que el necio lo único que harás es caer en el versículo 11 (que por cierto está bastante gráfico y asqueroso, pero no podemos negar su veracidad) “Como perro que vuelve a su vómito, Así es el necio que repite su necedad”. Y cada que el Espíritu Santo me ayuda a reconocerme a mí misma en esta situación, mi imaginación portentosa me trae una imagen bastante grotesca, no quiero ser así, ya he cosechado el fruto de la necedad y no quiero volver a cosecharlo.

Por eso es que esta semana te recomiendo que le pidas ayuda al Espíritu Santo para identificar al necio (principalmente cuando se trata de ti misma) y que te ayude a ser astuta para lidiar con él o contigo. No seas indulgente contigo misma y aprende a reconocer tu propio pecado, dale la vuelta y comienza a responderte conforme a tu necedad.

¡Que tengas una linda semana, y que Dios te bendiga!


Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *