¿Quieres grandeza?

Muchas personas tienen sed de grandeza. “Ser alguien en la vida” es el lema que el mundo nos ha taladrado desde siempre. La intención es que busquemos el reconocimiento, la fama, ocupar un lugar en la historia y dejar un legado que todos recuerden por generaciones.

Esto me recuerda a un “fulano” en el libro de Rut, el pariente más cercano de Rut y a quien justamente le correspondía casarse con ella y quedarse con la propiedad ancestral de Elimelec, su suegro original, según la ley de Israel. El problema es que si este pariente se casaba con Rut perdería su nombre y sus hijos serían criados bajo el nombre del difunto. Esa era la ley y la práctica de los judíos. Si conoce la historia de Rut sabrá que el “fulano” se niega a casarse con Rut y le deja el campo abierto a Booz quien la toma como esposa.

Lo interesante de esta parte de la historia es que ese hombre que se niega a casarse con Rut, la moabita, muy probablemente por cuidar su buen nombre, ni siquiera es nombrado en la Biblia. El autor de Rut lo llama “fulano” (Rut 4:1).

En contraste, muchos años después, tenemos al nieto de Rut, un jovencito que ama al Señor y es fiel a sus mandamientos. Su única preocupación es cumplir con las tareas que Dios le ha asignado, honrar a sus padres y cuidar responsablemente de las ovejas que tiene a su cargo. No andaba buscándose un nombre, no pretendía cambiar el curso de la historia en lo más mínimo, solo cumplir con aquello que tenía que hacer.

Un día mientras estaba en el campo cuidando de los animalitos de su padre, le mandan llamar. El profeta de Dios estaba en su casa y quería verlo. Este joven no podía saber lo que Dios tenía preparado para él. Cuando llega al encuentro del profeta, el viejo sonríe y exclama con alivio: “¡este es!”. Dios lo había escogido para reinar sobre Israel y más adelante para recibir las promesas de redención y gloria de las que Cristo es receptor y cumplidor.

El Nuevo Testamento comienza y termina con referencias a David, su linaje fue escogido por Dios para la llegada del Mesías. Un hombre como cualquier otro, con errores y defectos pero cuyo corazón deseaba por sobre todas las cosas complacer a su Dios.

Jeremías le dijo a Baruc, ‘no busques la grandeza’ en Jeremías 45, y nosotros, por igual, debemos buscar una vida de humildad y sumisión a nuestro Dios. Contentarnos con el papel para el que nos haya llamado y servirle con nuestra vida o nuestra muerte, nuestra humillación o nuestra exaltación. El deseo más ardiente de nuestro corazón debe ser la gloria de nuestro señor Jesucristo.

¡Dios te bendiga!


One thought on “¿Quieres grandeza?

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *