Las Traducciones de la Biblia

Todos los idiomas nos sirven para expresarnos pero algunos tienen más palabras que otros o sus palabras tienen más de un solo significado que muchas veces depende del contexto en que se use o las palabras que les antecedan o les sigan.

En español el verbo amar lo usamos de igual manera para una infinidad de cosas. De tal suerte que amamos el futbol, la nieve de chocolate, amamos a nuestra mascota, amamos lo que hacemos y amamos a nuestra esposa e hijos. Sin embargo el tipo de amor con el que amamos a nuestro perro es diferente al amor que le tenemos a nuestra esposa, a nuestros hijos y a nuestro trabajo. En español empleamos la palabra “amor” para todos estos casos aunque tenga distintos significados.

La Biblia no fue escrita en español. El Antiguo Testamento fue escrito en Hebreo y algunas porciones en arameo, que era el idioma que hablaba la nación de Israel, el pueblo que Dios escogió para revelar su Palabra. El Nuevo Testamento fue escrito en griego que era el idioma cotidiano utilizado en el mundo greco-romano del primer siglo, el tiempo de Jesús y sus apóstoles.

Ya desde el siglo III antes de Cristo se había comenzado la primera traducción de la Biblia hebrea al griego, una obra que conocemos como la Septuaginta (que se abrevia con el número romano 70: LXX) y que era la traducción que se usaba en el tiempo de Cristo, misma que es citada numerosas veces por los autores del Nuevo Testamento.

Al comprender que las palabras de las Escrituras son las palabras de Dios, los creyentes han hecho todo esfuerzo por hacerlas accesibles a toda persona. Pero como no todos hablamos hebreo o griego, es necesario que los textos sagrados sean traducidos al idioma que entendemos y en el que nos comunicamos. Por ello es que a lo largo de los siglos los cristianos han hecho todo esfuerzo por traducir la Biblia a distintos idiomas.

La siguiente lista nos da fechas aproximadas de varias traducciones de la Biblia hasta llegar al español:

• AC 150 Antiguo Testamento Hebreo traducido al griego en Alejandría. Esta traducción se conoce como la Septuaginta ó LXX

• DC 285 Traducción al Latín de la Biblia por parte de las iglesias.

• DC 400 Jerónimo termina la Vulgata Latina. Esta traducción llegó a ser la Biblia común para el cristianismo durante alrededor de 1000 años.

• 1280 La Biblia Alfonsina fue de las primeras traducciones al castellano tomando como punto de partida la Vulgata Latina.

• 1569 Primer traducción completa de la Biblia al español por Casiodoro de Reina. Más tarde revisada por Cipriano de Valera en 1602. Esta traducción se ha revisado numerosas veces posteriores, en 1862, 1909, 1960, 1975, 1995 y 2000. Actualmente la publican las Sociedades Bíblicas Unidas.

• 1979 Nueva Versión Internacional, traducción dinámica de los originales por un equipo con biblistas de más de 10 países hispanoparlantes.

• 1986 La Biblia de las Américas, traducción literal de las copias originales por un equipo de eruditos latinoamericanos. Una traducción directa del hebreo, arameo y griego a un español moderno.

Cuando traducimos una obra literaria podemos tomar varios caminos. Entender la técnica de traducción empleada para las Escrituras nos ayudará a estudiarla y comprender el por qué las diferencias entre algunas de las traducciones más comunes.

En términos generales existen tres técnicas de traducción que básicamente se basan en: traducir palabra por palabra; traducir frase por frase; o traducir idea por idea. Cada una de estas técnicas tiene sus ventajas y sus desventajas.

Como ningún idioma es perfectamente idéntico en su gramática o vocabulario, traducir palabra por palabra puede ser una traducción más fiel al texto original pero muy difícil de leer. Algunos de nosotros cuando hemos intentado aprender inglés o algún otro idioma comenzamos traduciendo palabra por palabra lo que queremos decir, para terminar frustrados porque la gente no nos entiende.

La frase en inglés: “as american as an apple pie” traducida palabra por palabra diría: “como americano como una manzana pay”. Aunque algunos de nosotros podamos tener una idea de lo que quiere decir la frase, muchas otras personas pueden no entenderla en lo absoluto.
Es aquí donde la técnica de traducción que emplea frases en lugar de palabras es preferida. En esta técnica denominada de Equivalencia Dinámica El traductor intenta traducir palabras, modismos, y construcciones gramaticales del idioma original en frases precisas y equivalentes en el idioma del receptor. Un ejemplo de esto es la Biblia en lenguaje actual, la Nueva Versión Internacional, etc.

Volviendo al ejemplo del pay de manzana, la técnica de equivalencia dinámica traduciría: “Tan americano como el pay de manzana”, pues es el sentido real de la frase.

Además de la Técnica Literal y la de Equivalencia Dinámica, existe la Técnica Libre en la que el traductor traduce ideas de un idioma a otro sin preocuparse mucho por las palabras exactas que fueron usadas en el original. Estas traducciones libres son llamadas paráfrasis y buscan eliminar las diferencias culturales y gramaticales entre el original y el lector final. La Biblia arcoíris, La Biblia en Lenguaje Sencillo, la Nueva Traducción Viviente son ejemplos de esto. La lectura es muy sencilla y fácil de comprender pero no muy apegada al original pues conlleva la interpretación y explicación del traductor.

En el ejemplo del pay de manzana, la traducción libre diría: “Más americano que George Washington” o en algunos casos lo relacionaría con la cultura a la que se dirige: “tan mexicano como el chile verde”.

No debemos descartar las traducciones por la técnica empleada, sino conocer sus ventajas, fortalezas y debilidades. Si lo que uno busca en un estudio serio de las Escrituras, una traducción literal nos da cada palabra exactamente como fue escrita en el original. Es de más difícil lectura pero nos brinda una representación de cada palabra del original. La Biblia de las Américas y la Reina Valera son buenos ejemplos de una traducción literal.

La traducción de equivalencia dinámica es muy precisa y de fácil lectura, generalmente es preferida para la lectura de uso diario.

La traducción libre nos ayuda a ver el texto de una manera diferente a lo que estamos acostumbrados, pero debemos estar conscientes de que las palabras que leamos tienen la influencia del traductor, o los traductores, y en su afán por hacer la lectura más amigable a veces se alejan mucho del texto original. Este tipo de traducciones deben ser vistas más como comentarios bíblicos que como Biblias.

Algunas traducciones son hechas por individuos mientras que otras son realizadas por equipos de eruditos. Como norma general, aquellas realizadas por equipos de lingüistas y teólogos tienden a ser más fuertes que las realizadas por una sola persona.

Sea cuál sea la traducción de su preferencia, mi recomendación es que lea la Palabra de Dios cotidianamente y, de ser posible, compare los pasajes leídos en distintas traducciones.


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