Despierta de la Conformidad

A veces estamos tan acostumbrados a la cotidianeidad de nuestra vida que somos absorbidos por “lo normal”. Lo que todos hacen parece ser correcto porque todo el mundo lo ve como algo natural; después de todo si tanta gente coincide “millones de personas no pueden estar equivocadas”.

El Señor nos invita a despertar, a no ser insensatos sino entendidos en cuál sea la voluntad del Señor. En Efesios 5:14-20 la Palabra de Dios nos insta a ser diligentes, es decir, intencionales, en analizar cómo andamos y en dejar de andar como necios. Nos dice que los días son malos y que por lo tanto debemos aprovechar bien el tiempo.

Aunque estas palabras fueron escritas en el primer siglo pareciera que las acaban de escribir ayer. Los días en verdad son malos y los creyentes en verdad andamos como necios envueltos en tantas discusiones y tantos afanes de este mundo que nos hemos quedado dormidos y nos perdemos lo que en verdad es importante.

Nos asaltan preocupaciones materiales, nos inundan temores financieros, nos invade el deseo de popularidad en las redes sociales, de la fama, de la posición social… y caemos como aletargados en todas estas vanidades. Efesios hace una analogía con el alcohol y nos invita a que no permitamos que estas cosas nos controlen. El alcohol controla al borracho, aquel que está intoxicado da rienda suelta a su cólera y hay pleitos y discusiones absurdas… pero un creyente no debe ser así, debe ser controlado por el Espíritu Santo.

Si nos dejamos controlar por el Espíritu Santo de Dios entonces viviremos de acuerdo a los deseos del Señor, entonces seremos verdaderamente un reflejo de su gracia. El borracho se llena de alcohol tomando vino, el cristiano se llena del Espíritu Santo “hablando salmos, himnos, cánticos espirituales, cantando y alabando al Señor en nuestros corazones y dando siempre gracias por todo al Dios y Padre, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo”.

Cuanto más llenamos nuestra mente y corazones de la Palabra de Dios, más abundantemente estará en nuestros corazones. La abundancia de nuestro corazón saldrá por nuestra boca y nuestras acciones serán un reflejo de quienes somos en Cristo Jesús. Su Espíritu Santo habita en todos sus hijos, por lo tanto, la parte difícil ya ha sido concedida.

Dios te bendiga.


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