¿Cómo se debe leer la Biblia?

¿Cómo se debe leer la Biblia?

Una de las más grandes mentiras que se han pronunciado acerca de la Biblia es que es exclusiva para sacerdotes, religiosos, eruditos bíblicos o únicamente intérpretes autorizados por la iglesia. La Biblia fue escrita por órdenes de Dios para que todos los hombres pudiésemos leer Su Palabra. De hecho la manera en la que fue escrita nos dice mucho acerca de esta gran verdad.

La Biblia fue escrita en el lenguaje común del pueblo. El Nuevo Testamento, por ejemplo, fue escrito en un griego que se conoce como Koiné, que era el idioma que la gente hablaba en el mercado, el lenguaje cotidiano. No fue escrito en el griego académico que usaban los eruditos, sino en el lenguaje sencillo que se usaba día a día para que toda persona la pudiera comprender. De ahí que todos debamos conocer el contenido de las Palabras de Dios.

Habiendo dicho esto, debo explicar también que la Biblia es una colección de libros muy antiguos, escritos en épocas y culturas muy diferentes a la nuestra por lo que debemos hacer un esfuerzo mayor para poder comprender lo que dicen las Escrituras.

Un ejemplo que me gusta ponerle a mis alumnos es el de Romanos 12:2 “no os conforméis a este siglo”. En nuestro contexto usamos la palabra conformar como sinónimo de estar cómodo o aceptar las cosas como son. Si le pagan menos de lo debido y se conforma con lo que le pagaron, no se queja. Alguien podría decir “no se conforme con esa cantidad, ¡quéjese o busque otro trabajo, usted da para más!”. En ese sentido podríamos entender que Pablo está diciendo que no nos acostumbremos al mundo, que no lo aceptemos como es, pero esta sería una interpretación errónea causada por leer bajo la óptica de nuestro tiempo y el uso del lenguaje contemporáneo. En el primer siglo “conformar” quería decir amoldarse, tomar la forma de… En ese sentido lo que Pablo está escribiendo es “no se amolde a este mundo, no tome la forma de este siglo”.

Errores como el que acabo de describir han ocasionado que cientos de personas aseguren que algunas frases son mandamientos cuando en realidad no lo son, que otros versículos son promesas cuando en realidad son simples descripciones de lo que comúnmente ocurre, y que ciertas figuras retóricas deben ser verdades absolutas cuando en realidad sólo fueron empleadas por el autor para enfatizar la idea central que estaba comunicando.

Por ello es importantísimo reconocer que estamos ante un escrito que merece toda nuestra atención y nuestra diligencia para estudiarlo y descubrir lo que el Espíritu Santo quiso que el pasaje significara. Un error común es imponer sobre el texto nuestras experiencias personales, nuestro entendimiento de las palabras y asumir que lo que nosotros entendemos es lo que el pasaje quiere decir. Esto por supuesto da pie a muchos malos entendidos acerca de la Biblia y ha ocasionado divisiones entre creyentes e iglesias en cuanto a lo que un pasaje significa. En algunos casos incluso ha dado pie a enseñanzas heréticas muy lamentables.

La semana pasada mi cuñado Chavo me platicó acerca de una canción popular llamada “El Triste” que hizo famosa un cantante mexicano llamado José José. Chavo me decía que la canción la había escrito Roberto Cantoral durante un vuelo, mientras iba al funeral de su hermano. Yo desconocía el contexto de la canción y hasta hace una semana siempre pensé que hablaba de la ruptura de una relación amorosa. Ahora, al conocer el contexto, el significado de la letra cambió abismalmente.

Lo mismo ocurre con la Biblia, es menester que conozcamos el contexto en que fue escrita para poder comprender lo que el autor original (divino y humano) quiso comunicar a la audiencia original, y así poder descubrir los principios que trascienden épocas y culturas aplicables a nuestra propia vida.

Pablo le explica esto precisamente a su discípulo Timoteo en 2 Timoteo 2:15:

“Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad.”

En otras palabras, todo aquel que lee las Escrituras debe ser intencional, diligente en su estudio, porque un día estaremos delante de Dios y nuestra meta debe ser presentarnos ante Él aprobados, sabiendo que hemos hecho nuestro mejor esfuerzo para no ser avergonzados.

Mi sugerencia es que antes de leer la Biblia pidamos la ayuda de Dios en oración para comprender su Palabra. A fin de cuentas es el Espíritu Santo quien inspiró cada una de las palabras contenidas en las Escrituras, y es el Espíritu Santo quien nos ilumina para comprenderlas. Pero no solamente para comprender lo que dice Su Palabra, sino para aplicarlo a nuestras vidas. El estudio de la Biblia, sin la intención de aplicar y obedecer lo que Dios nos dice, es un ejercicio vacío y carente de significado. No debemos permitir que esto se convierta en una actividad académica estéril.

Una buena práctica es leer la Biblia con papel y lápiz. En la actualidad hay tantos recursos digitales que pueden ser de gran utilidad. El año pasado, por ejemplo, venía en un largo vuelo de Asia a México y mi asiento en el pasillo daba directamente con el acceso a primera clase, de manera que cada vez que el carrito de servicio pasaba de primera clase a clase turista, me golpeaba en la rodilla derecha. ¡En una de esas hasta una persona me cayó en las piernas! Era obvio que no iba a poder dormir las doce horas que duraba el vuelo así que me puse a leer la Biblia en mi tableta electrónica. La aplicación me permitió ir tomando notas de lo que iba llamando mi atención y las cosas que en otras ocasiones no había visto con tal claridad.

Tome notas de aquello que llame su atención, de cosas que no entienda o palabras difíciles. Especialmente si usted ha sido parte de alguna iglesia durante mucho tiempo encontrará palabras que le resultan familiares pero que en realidad desconoce su significado. Hace poco en un círculo de estudio bíblico una persona usó las palabras “concupiscencia” y “redargüir”, cuando le pregunté lo que querían decir esas palabras se quedó en blanco. Hágase las preguntas y anótelas para poder dilucidar lo que dice el texto.

Para quienes están familiarizados con alguna traducción en especial de la Biblia, como la Reina Valera 1960 ó la Nueva Versión Internacional, es una buena idea leer una traducción diferente como la Biblia de las Américas o cualquier otra traducción que le permita leer la Biblia como si fuera la primera vez. Muchas veces estamos tan familiarizados con textos como el de Juan 3:16 que los leemos muy de prisa y no prestamos atención a las profundas riquezas de lo que expresan. De modo que lea la Biblia como si fuera la primera vez.

También es muy importante que lea la Biblia para usted mismo. Algo que sucede con frecuencia es que encontramos principios o verdades aplicables a la vida diaria… de alguien más. Es decir, pensamos en lo bien que este consejo le quedaría a fulanito o zutanita. Procure leer la Biblia buscando aplicar lo aprendido a su propia vida. Recuerde que la Biblia es la Palabra de Dios para usted.

“…el propósito de la buena interpretación no es la originalidad; uno no está tratando de descubrir lo que nadie más ha visto antes. La interpretación que busca o intenta ser única a menudo puede ser atribuida al orgullo (un intento de ser más “listos” que el resto del mundo), un falso entendimiento de la espiritualidad (donde la Biblia está llena de profundas verdades que esperan ser descubiertas por la persona espiritualmente sensible con revelación especial), o intereses personales (la necesidad de apoyar inclinaciones teológicas). Las interpretaciones únicas y originales generalmente están mal. Esto no quiere decir que el entendimiento correcto de un texto pueda parecer único a alguien que lo escucha por primera vez, sino que la originalidad no es el objetivo de nuestra tarea.

“El objetivo de la buena interpretación es sencillo: encontrar el ‘significado normal del texto’. Y el ingrediente más importante que podemos traer a esta tarea es el sentido común iluminado. La prueba de la buena interpretación es que el texto tiene buen sentido. La interpretación correcta, por lo tanto, trae alivio a la mente así como un pinchazo o estímulo al corazón.”

Nuestra tarea como intérpretes es descubrir lo que el autor quería que los lectores originales entendieran. En ese sentido podemos encontrar varias aplicaciones al principio que se comunica, pero invariablemente siempre habrá un solo significado.

De igual manera, el estudio de la Biblia debe acompañarse con obediencia. La Biblia nos advierte cuidadosamente a obedecer, no debemos escuchar sin obediencia (Lucas 6:46-49; Santiago 1:22-25).

El Espíritu Santo es necesario para que podamos entender la Biblia. Juan 16:13 dice que Él nos guiará a toda verdad. Por ello es que debemos depender en oración del Espíritu Santo para guiarnos conforme nos aventuramos en el estudio de las Escrituras.

Cinco pasos para el estudio de la Biblia

1.- Lea cuidadosamente el texto

Es importante hacer énfasis en leer el texto con cuidado, porque muchas veces nos damos por vencidos al primer intento y lo descartamos como un texto de difícil lectura, e inmediatamente pasamos al internet o a los comentarios bíblicos para buscar que nos interpreten lo que acabamos de leer.

Cuando estaba estudiando en Canadá uno de mis profesores ponía un ejemplo que me gusta mucho. Imagínese que va a cenar a la casa de algún amigo. Cuando llega lo reciben y el aroma de la comida es fantástico. Le invitan a pasar a la mesa y casi no puede esperar para probar ¡la comida que huele tan bien! Conforme la comida es servida su amigo pone algo de la comida en su propio plato y luego quita todos los platillos de la mesa mientras que el plato de usted está completamente vacío. Su amigo comienza a comer y le describe lo maravilloso y deliciosa que está la comida. Usted está allí sentado en silencio escuchándolo describir los alimentos, pero su plato sigue vacío. Al final de la cena usted se levanta de la mesa, pero aún tiene mucha hambre. Ha escuchado que la comida está muy buena pero no ha podido probar ni un solo bocado.

Escuchar lo que otros tienen que decir de la Biblia sin leer y estudiar cuidadosamente el pasaje por usted mismo es justo como esa cena. Escucha mucho acerca de la Biblia y de lo que enseña, pero no tiene el placer de descubrir a qué sabe por usted mismo.

Demasiados creyentes han llegado a conformarse con lo que algún maestro de la Biblia piense o diga acerca del texto de las Escrituras. Pero nunca la estudiamos por nosotros mismos. Uno de los atajos que tomamos es ir al internet y descubrir lo que otros tienen que decir acerca de algún pasaje bíblico en particular.

El lugar para comenzar en el estudio de la Biblia es leer el pasaje. Lea el pasaje lentamente. Lea el pasaje en voz alta. Lea el pasaje de cinco a diez veces. Lea los capítulos antes y después del pasaje. Una buena práctica es leer el libro completo en el que se encuentra el pasaje que esté estudiando. Si le es posible léalo completo de una sola pasada.

En este paso no hemos de hacer nada más que leer.

2.- Observe los hechos

Una vez que haya leído cuidadosamente el pasaje de las Escrituras que desea estudiar es tiempo de convertirse en reportero o investigador privado. Recuerde que está tratando de descubrir lo que el autor original quiso decir al escribir ese pasaje, por lo que deberá observar y registrar cualquier pista que le ayude a alcanzar su objetivo.

Al igual que un reportero debemos buscar responder las preguntas elementales: ¿qué? ¿quién? ¿cómo? ¿cuándo? ¿dónde? Y ¿por qué? Esto nos ayuda a ser objetivos con nuestro entendimiento del texto.

De la misma manera debemos poder determinar el tipo de literatura que estamos estudiando. La Biblia contiene narrativas, poesía, oraciones, profecías, etc. Entender el género literario que estamos leyendo arrojará luz sobre el pasaje que estudiamos. No leemos de la misma manera el periódico del día que una novela romántica o un artículo médico. Entender el género literario nos acercará más al significado real del texto.

En ocasiones el autor nos explica el propósito que tiene al escribir. Por ejemplo Juan nos dice por qué escribió su evangelio: “éstas [cosas] se han escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo, tengáis vida en su nombre.” (Juan 20:31). Lucas lo explica de este modo al principio del libro que lleva su nombre: “para que conozcas bien la verdad de las cosas en las cuales has sido instruido.” Este tipo de claves nos ayudan a comprender mejor el texto.

En ocasiones hay listas, palabras que se repiten constantemente, frases que marcan el principio o el final de una sección o idea, cosas que son contrastadas, comparadas o relacionadas. Muchas veces el autor nos da su interpretación de los hechos que narra, aunque generalmente se da por sentado que el lector tiene suficiente contexto para juzgar por sí mismo los acontecimientos.

Un ejemplo que me gusta señalar de esto lo encontramos en 2 Samuel 11, la historia del adulterio de David:

“Aconteció al año siguiente, en el tiempo que salen los reyes a la guerra, que David envió a Joab, y con él a sus siervos y a todo Israel, y destruyeron a los amonitas, y sitiaron a Rabá; pero David se quedó en Jerusalén. Y sucedió un día, al caer la tarde, que se levantó David de su lecho y se paseaba sobre el terrado de la casa real; y vio desde el terrado a una mujer que se estaba bañando, la cual era muy hermosa.”

Estos dos versículos nos dan muchos datos cuando los estudiamos cuidadosamente. Nos dicen que “en el tiempo que salen los reyes a la guerra” y nos hace preguntarnos ¿qué hacía David en su palacio cuando los reyes salían a la guerra? ¿Será que el autor está diciendo veladamente “esto le pasa por no hacer lo que debía”?

¿Se percató de la hora en que ocurren los acontecimientos? “al caer la tarde, que se levantó David de su lecho”… el texto nos da además la descripción de la mujer y dice que era muy hermosa… Es un ejemplo sencillo de cosas que debemos anotar en esta fase del proceso de interpretación.

Recuerde que en este punto de nuestro estudio no estamos interpretando las cosas que encontramos sino simplemente tomando nota de todo lo que podemos observar y haciéndonos preguntas que nos llevarán a profundizar, aún más, en nuestra búsqueda del significado del texto.

A veces podemos encontrar pistas de conexión con textos anteriores como: “Por tanto, después, inmediatamente, al año siguiente…” o incluso referencias a otros textos bíblicos, como cuando un autor hace mención de lo que escribió un profeta anterior o frases de la misma ley de Moisés. Recuerde tomar nota de estos detalles.


3.- Busque el significado

Una vez que hemos leído el pasaje y tenemos nuestra lista de observaciones y preguntas es hora de buscar las respuestas. Para ello es necesario tener el contexto adecuado. Debemos comprender el contexto del que está hablando el autor en un capítulo en particular, así como dentro del libro que estemos estudiando. Muchas personas cometen graves errores en este punto y se producen falsas enseñanzas basadas en versículos fuera de contexto.

Debemos siempre examinar el contexto inmediato de un pasaje y verlo a la luz de todo el capítulo, del libro completo y de toda la Biblia. Recuerde que la Palabra de Dios es la mejor intérprete de sí misma y no podemos basar doctrinas o enseñanzas en un solo versículo sacado de contexto si hemos de presentarnos delante de Dios aprobados como obreros que no tienen de qué avergonzarse.

¿Recuerda el ejemplo que le di de la palabra “conformarse” en Romanos 12? Pues es en esta parte del proceso donde debemos estudiar el significado natural de las palabras en el contexto específico en que se usan en la Biblia. Por ejemplo, para nosotros la palabra “primogénito” significa el primer hijo en nacer y es el mismo significado que la palabra tenía en tiempos bíblicos aunque con una excepción; en aquellos tiempos también significaba el que tenía un derecho especial sobre los demás, un estatus de jerarquía o preeminencia.

Si no estudiamos estas cosas podemos errar en nuestra interpretación. Cuando 1 Corintios dice que Jesús es el primogénito de la creación, está hablando de que Cristo tiene la preeminencia sobre la creación, sin embargo por no estudiar el significado de las palabras alguien podría caer en el error de pensar que Cristo fue lo primero creado. Esto no sólo es un tremendo error de interpretación y una contradicción, sino una herejía, pues Dios no puede ser creado.

Cuando tenemos dudas acerca de alguna palabra, podemos investigar el uso que un autor hace de ella en sus diferentes escritos. Por ejemplo, si queremos entender el uso que Pablo le da a la palabra “ley”, debemos analizar sus epístolas para descubrir si está hablando de la Ley de Moisés o de algo más.

Recuerde que lo que para nosotros es normal en el siglo XXI puede no serlo para la gente del tiempo bíblico y viceversa. La manera en que nosotros entendemos la esclavitud es muy distinta a la forma en que la esclavitud era comprendida y experimentada en el tiempo del Nuevo Testamento. Por eso es importante adentrarnos a la cultura y a la época del pasaje que estemos estudiando. Para ello conviene tener a la mano diccionarios bíblicos, comentarios de contextos culturales, usos y costumbres en los tiempos bíblicos, etc.

Hoy en día existen numerosos recursos disponibles al alcance del Internet que le pueden ayudar a investigar cómo eran los sistemas de gobierno, cómo estaban estructuradas las familias, cuál era la manera en que se transportaban, cómo se ganaban la vida, cómo eran vistos los jóvenes y los ancianos, etc. Todos estos recursos son muy valiosos para entender el texto que estamos estudiando. En el sitio web www.estudialapalabra.com encontrará varias herramientas que le permitirán realizar esta parte del proceso de interpretación con mayor eficacia.


4.- Descubra los principios

Una vez que hemos estudiado con pericia el pasaje podemos comenzar a descubrir aquellos principios que trascienden el tiempo y la cultura para comprender las lecciones que el texto tiene para nosotros.

Estas lecciones son aquellas cosas que se pueden aplicar a cualquier persona en cualquier parte del mundo y de cualquier época sin importar el trasfondo cultural, social, económico, geográfico, etc. Es decir, los principios bíblicos que Dios desea comunicar a todo ser humano en todo lugar.

Los pastores generalmente hacemos bosquejos numerados en los que puntualizamos estos principios comenzando por el tema central del pasaje y los principios que vemos suportados por los versículos que hemos estudiado.

Un ejemplo común de un bosquejo numerado es algo así:

Texto: Salmo 1
Tema Principal: Siguiendo a Dios

A. El que sigue a Dios vive de una manera diferente (1:1-2)
1. No sigue el camino de los malvados (1:1)
2. Vive de acuerdo a la Palabra de Dios (1:2)
B. El que sigue a Dios goza de bendiciones (1:3)
1. Está seguro
2. Es productivo
3. Es exitoso
C. El que no sigue a Dios enfrenta juicio (1:4-6)
1. No tiene una seguridad verdadera (1:4)
2. No sobrevivirá el juicio final (1:5)
3. No tiene la aprobación de Dios (1:6)

Una vez que hemos descubierto los principios del texto que estamos estudiando es cuando debemos corroborar que hemos hecho un trabajo diligente. Esto lo hacemos consultando a los eruditos que han estudiado el mismo pasaje bíblico. Para ello necesitamos adquirir un comentario bíblico o consultarlo en línea.

Muchas personas cometen el error de consultar primero los comentarios bíblicos pero, como decíamos anteriormente, esto nos priva de la delicia de hacer nosotros el descubrimiento y saborear la dulce Palabra de Dios por nosotros mismos.

Lo que no me cansaré de enfatizar es que nuestra tarea no es descubrir algo nuevo o novedoso en las Escrituras. De hecho, si lo que hemos descubierto en las páginas de la Biblia es algo que nadie ha visto a lo largo de más de dos mil años, lo más probable es que estemos equivocados y en riesgo de desviarnos de la sana doctrina.

Sin embargo, habiendo dicho esto, todos nos equivocamos y cuando los eruditos coinciden en una interpretación distinta a la nuestra debemos preguntarnos ¿por qué? ¿qué fue lo que pasé por alto que ellos vieron con tal claridad? Y si tiene sentido o no la interpretación dada y por qué.

Recuerde que antes de nosotros hubo personas que dedicaron incontables horas de estudio al texto que estamos estudiando incluso en tiempos en los que no existían los distractores que tenemos en la actualidad. Vale la pena escucharlos como voces que pueden censurar o validar nuestro esfuerzo.


5.- Viva la Palabra

El estudio de la Palabra de Dios sin su aplicación a nuestra vida diaria es tan útil como un avión sin alas a 35 mil pies de la tierra. Estudiamos la Biblia para entender lo que Dios quiere de nosotros y poder vivir de acuerdo a su voluntad.

Las mismas Escrituras nos motivan una y otra vez a meditar en ellas y ponerlas por práctica. A Timoteo Pablo le dijo que las Escrituras lo podían hacer sabio para la Salvación que es en Cristo Jesús (2 Timoteo 3:15). A Josué Dios mismo le dio la instrucción:

“Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien.” (Josué 1:8)

Conforme estudiamos un texto específico de las Escrituras el Espíritu Santo le hablará a nuestra vida. ¿Qué actitudes debo cambiar? ¿Qué compromisos debo hacer? ¿Qué mandamiento debo obedecer? ¿De qué pecado me debo arrepentir? ¿Qué reto debo seguir? ¿Qué ejemplo debo emular?

Jesucristo mismo nos motiva con sus palabras en Juan 8:31:

“Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres.”

Mi oración es que usted desarrolle una vida de aprendizaje. Es decir, que el resto de sus días sobre la tierra escudriñe las Escrituras. Puede hacerlo estudiando un libro a la vez, diariamente o por semana, en secciones o sin un calendario específico. Es algo tan personal y diverso como somos diferentes unos de otros.

Lo que sí le recomiendo que haga al menos una vez al año es leer la Biblia completamente para tener una imagen clara de todo el consejo de Dios. Pero especialmente que comparta con otras personas lo que ha aprendido de las Escrituras. Estoy seguro que podrá hacer eco a las palabras de David cuando dijo en el Salmo 119 que la Palabra de Dios es el gozo de su corazón.


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