Ah, el amor, el amor…

Ah, el amor, el amor… Quien no ha estado enamorado desconoce ese sentimiento que invade tu ser, que te hace decir y hacer cosas que de otra manera no las harías. Ese sentimiento que te impulsa a escribir canciones y poemas, largas cartas de amor, comprar flores y gastar sin reservas tu energía y recursos en la persona amada.

Cuando uno está enamorado de pronto se vuelve tolerante, amable, desprendido… tener la razón o la verdad absoluta pasa a segundo término. El tiempo no respeta relojes y nuestra mente no puede pensar en nada más que en la otra persona.

¿Me pregunto si a esto es a lo que se refiere la Palabra de Dios cuando le dice a la iglesia de Éfeso que ha dejado su primer amor?

A veces cuando conocemos a Dios nos sentimos enamorados. La sonrisa se coloca en nuestro rostro y todo el tiempo queremos compartir con los demás a ese Dios que acabamos de descubrir. ¿Pero qué ocurre cuando pasa el tiempo? ¿Dejamos de pasar tiempo con Él? ¿Dejamos de leer Su carta de amor? ¿Dejamos de escribir canciones y cartas para nuestro Amado?

Dios nos ama y lo demuestra cada día. Él no ha dejado de tener detalles fantásticos con cada uno de nosotros. Nos ha dado la muestra de amor más increíble de todo el universo; ¡un amor sacrificial que nos rescata para poder estar junto a Él por toda la eternidad!

Ese Jesús que murió en la cruz por nosotros nos anhela celosamente y espera el momento de venir por nosotros para que estemos en donde Él también está.

Esta semana habla con Él, escríbele una carta de amor a tu Salvador y agradécele que nunca nos abandona, a pesar de nuestra infidelidad.

¡Dios te bendiga!


Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *