“Clemente de Alejandría” (Nació a mediados del siglo II- 215)
Clemente nació en Atenas a mediados del segundo siglo. Sus padres adinerados le otorgaron una educación clásica y pagana, misma que más adelante le serviría para defender el cristianismo con sus extraordinarias obras apologéticas.
Pero la filosofía por sí sola no satisfacía al joven Clemente, y su espíritu inquieto lo llevó por gran parte del mediterráneo en busca de la verdad. En esta búsqueda abrazó el cristianismo y permaneció en Alejandría aprendiendo y agudizando su nueva fe.
Alejandría era el semillero cultural en donde se mezclaban todas las más antiguas y nuevas filosofías y religiones del mundo. También era reconocida por su famosa biblioteca y su legendario faro, el cual es considerado en la actualidad, una de las 7 maravillas del mundo antiguo.
Cómo era de esperarse, su estancia y aprendizaje en Alejandría le dieron el conocimiento para poder escribir obras como “Exhortación” la cuál dirigió a los paganos. En ella se propone demostrar a las mentes más cultas, que las enseñanzas de Platón encuentran eco y soporte en la doctrina cristiana, también expone lo vano de la mitología griega, los ritos de las religiones mistéricas, y defiende un cristianismo filosófico.
Siendo un conocedor de la filosofía y la literatura griega, pronto se convirtió en un maestro de intelectuales dispuesto a converger la razón y la fe, así como armonizar a las grandes escuelas filosóficas (como la platónica) con el cristianismo.
Para este gran apologista, Dios les dio a los judíos la ley, así como a los griegos la filosofía, y ambas prepararon al mundo para la llegada de Jesucristo, en sus propias palabras: “la filosofía educaba a los griegos, al igual que la Ley a los hebreos hacia Cristo. En verdad, la filosofía, abriendo camino, predispone al que luego es perfeccionado por Cristo”.
Debido a la gran persecución que se desató alrededor del año 202 bajo las órdenes del emperador Séptimo Severo, Clemente tuvo que abandonar Alejandría y pasar el resto de sus días huyendo, sin embargo, esto no impidió que este gigante de la fe defendiera letrada y apasionadamente la razón y la lógica del cristianismo.