¿Qué tipo de mujer eres?

Probervios 14

¡Buenos días mujercitas, espero se encuentren bien! Hoy voy a platicar acerca de las personas necias porque desde que comienzas a leer el proverbio 14 se habla acerca de ellas, y a lo largo de todo el capítulo se nos enseñan algunas de sus características; son soberbias, indiscretas, engañosas, burlonas, orgullosas y alocadas, ¡ah! y también se nos advierte que nos vayamos lejos de su presencia porque no hablan con sabiduría.

Y si te pido que pienses en una persona necia puedes imaginar varios personajes, un niño obstinado que cree que puede hacer todo por sí mismo, o un adolescente que argumenta todo, o un hombre que no escucha consejos, o una persona mayor que insiste en tener la razón. Y es que, en realidad la necedad está muy ligada al corazón humano, no es cuestión ni de edad, ni de educación, ni de estatus social, ni de nada de eso.

Y se nos hace bien sencillo colgarles todos estos atributos a nuestros padres, hijos, esposo, amigas, compañeras, vaya hasta a las personas que no conocemos, pero no se nos hace tan fácil identificarla en nosotras y francamente cada una deberíamos de estar luchando en contra de la necedad que muchas veces nos caracteriza.

Proverbio 14:1 dice “La mujer sabia edifica su casa; más la necia con sus manos la derriba”. Y cuando leo este versículo pienso en todas esas familias que están experimentando pleitos constantes, discusiones, separación e inclusive que están sufriendo un divorcio. Y entonces me acuerdo que a lo largo de nuestro matrimonio, mi esposo y yo atravesamos etapas bastante complicadas; su carácter y el mío sacaban chispas y ninguno de los dos dábamos nuestro brazo a torcer. Como es de esperarse, para mí, él siempre tenía la mayor parte de la culpa y era él el que debía de cambiar, bueno quizás yo también, pero solo en algún pequeño detalle.

Y la verdad, les confieso que en mi frustración llegué a desquitarme con mis hijos, a actuar muy neciamente delante de Jorge, pero, sobre todo, constantemente le fallaba a Dios porque no estaba edificando mi casa, por el contrario, quería imponer mi voluntad a toda costa y en el inter llegué a ser pecaminosamente muy necia.

Gracias a Dios la Biblia es muy clara y en ella encontramos todo lo que nos hace falta para conducirnos bien en este mundo. Y cuando llegó el punto en que el Espíritu Santo me confrontó con mi propio pecado y no tuve más opción que reconocer que mis propias fallas de carácter estaban lastimando a mi familia, entonces comencé a buscar más a Dios.

Recordarás el relato de Jesús en los Evangelios de Mateo y Lucas que habla acerca de dos hombres: el hombre prudente que al construir su casa echó los cimientos en la roca y el hombre insensato que puso la suya sobre la arena. Al llegar la inundación la casa del hombre prudente permaneció firme porque estaba en terreno sólido, mientras que a la del insensato se la llevó el río.

Y el punto que Jesús enfatiza es que el hombre prudente es el que oye la Palabra de Dios y la obedece, por eso, al llegar los problemas, permanece firme. Mientras que al insensato (o necio) no le interesa ni lo que Dios dice, ni lo que Dios manda, solo le importa hacer lo que a él se le da la gana y cuando llegan los problemas terminan mal.

Y esto nos dice muchísimo sobre cómo edificar una casa para que permanezca firme. El primer paso es que construyas una buena relación con Dios; que conozcas su Palabra, que pases tiempo en oración y que obedezcas al Señor porque de ahí se va a desprender todo lo demás.

Si te dejas dominar por la ira y el coraje, el Espíritu Santo te va a estar incomodando y te va a recordar que la ira del hombre no obra la justicia de Dios. Si eres controladora y tu esposo se queja de que siempre le quieres decir cómo y qué tiene que hacer todo el tiempo, la Palabra de Dios te va a enseñar que solo Él tiene el control de todas las cosas, y entonces comenzará a crecer tu confianza en Él y dejaras de controlar a tu marido. Si eres desordenada seguramente las Escrituras te mostrarán la importancia que tiene el orden para Dios y eso transformará poco a poco tu desorden. Si eres independiente o juega-solita, te enseñará acerca de la sumisión, y de pronto te descubrirás a ti misma pidiendo la opinión de tu marido y respetando su consejo.

La Palabra de Dios es viva y eficaz y tiene la capacidad de cambiar todas esas áreas en tu vida que necesitan ser transformadas, y a medida que conozcas y obedezcas Su Palabra y que le permitas al Espíritu Santo tratar con tu carácter, te irás convirtiendo en esa mujer sabía que edifica su casa y dejarás de ser la necia que la derriba con sus gritos y terquedades, con argumentos interminables y con faltas de respeto al hombre de la casa: tu marido.

También vas a dejar de ser esa mamá que solo a gritos y sombrerazos, o con chantajes y amenazas o que con sermones interminables consigue que sus hijos hagan lo que ella quiere.

Así que esta semana te dejo con esto, medita acerca de la relación que tienes con Dios y busca las maneras prácticas para mejorarla.

¡Que tengas una linda semana, y que Dios te bendiga!


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